Por Jorge G.
Diciembre 11, 2023
Tengo que decirlo, no soy obradorista aunque lo fuí por más de 15 años.
El día que salí, junto con cientos de miles, a protestar contra la embestida gubernamental y mediática contra un jefe de gobierno del D. F. no era todavía obradorista, o no lo sabía. Debo confesar que tenía mis dudas sobre el personaje pero la campaña para desaforarlo con argumentos increíbles me dijo que algo inédito estaba pasando y me coloqué al lado de la justicia. Tal vez, no sé, me volví obradorista cuando seguía por la radio la sesión en el Congreso de la Unión que daría trámite al desafuero de Andrés Manuel López Obrador.
O me volví obradorista cuando, junto con otras y otros, montabamos vigilancia afuera de un edificio de departamentos de clase media en Copilco en espera de uno de esos actos de totalitarismo propios del viejo régimen. En alguna marcha, o manifestación ya contagiado del obradorismo alguien, no se quién ni cuando, grito "Es un honor estar con Obrador". Ahí me asumí plena y conscientemente como obradorista. Mucho habría que aprenderle a ese hombre que con su apellido materno nos daba identidad a los que no estábamos conformes y creímos que la lucha para cambiar al país entraba en una nueva fase. Ser obradorista significa, así lo creo, no sólo el apoyo a un hombre en su lucha contra la vieja política. Significaba compartir ideales y esperanzas, creer que su forma de gobernar el Distrito Federal podría ser benéfico si se implementa en todo el país. Significaba estar convencido, sin retórica y sin demagogia, que el Pueblo podía ejercer su soberanía y llegar al poder. Creer que era posible retomar el camino del Estado de bienestar y continuar la revolución interrumpida. Compartir un lema de campaña vuelto política de gobierno "Por el bien de todos, primero los pobres" Y siendo obradorista participe con millones en la elección federal vuelta insurreccion popular en 2018, llevamos a Palacio Nacional a Obrador.
Es un honor llegar con Obrador. Pero sólo alguien con una conciencia tan grande como la Andrés Manuel alcanza a comprender que la 4ta transformación no puede estar sujeta al pensamiento de un solo hombre y que era necesario nombrar a esta etapa de la historia de nuestro país de una manera inequívoca cuyos ideales contenían lo mejor del zapatismo, del villismo, y del obradorismo.
Es el humanismo mexicano, esta forma de pensamiento que hunde sus raíces en los más profundo de nuestra historia y se nutre de nuestras culturas ancestrales y nuestra herencia negra y europea. Es el humanismo mexicano el que dirigirá el camino del renacimiento del México y aportará, estoy seguro, importantes propuestas de solución a los problemas del mundo Ya no soy obradorista, sólo soy un simple, y limitado, practicante del humanismo mexicano.
Sí, fuí Obradorista y siempre fue, y será, un honor estar con Obrador
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