8/24/2018 10:47:00 p. m.

Trascender la violencia requiere de la voluntad y el esfuerzo conjunto




Por Hasardevi
Agosto 23, 2018



Transformar hasta el peor de los males en el bien supremo, es 
"convertir el veneno en medicina"Daisaku Ikeda 

Para resolver los conflictos hay que ir más allá de la violencia y la venganza, debe haber empatía y creatividad. Hay que trascender y transformar. Johan Galtung 

Los medios por desgracia, han hecho de la mentira y la distorsión una forma de vida. Anteponen “la nota” a la información fidedigna; la estridencia a la genuina búsqueda de la verdad o al menos, de un honesto intento de acercamiento a ésta mediante un honesto enfoque en sus preguntas.  Ya no importa el ejercicio de la información para mantener alerta a los lectores de los diarios o escuchas en la radio o televidentes en videos y TV. Todos hacen las mismas preguntas, todos “destacan” lo mismo y a nadie importa si esto contribuye, o no, a construir confianza, seguridad... la paz. Pareciera que lo que se busca es la confrontación, la duda, el escándalo.

Johan Galtung acuñó el concepto de “periodismo de paz” con objeto de trazar una línea entre lo que ocurre a diario en el mundo: guerra y conflictos en diferentes países, guerra “contra” las drogas, guerra “contra” el crimen… guerra de información; y lo que podría ocurrir si los periodistas, los que analizan y comentan las “noticias” aportaran un poco cada vez a lo que se conoce como una “cultura de paz”. La mentira es violenta. Violenta a quien es víctima de ella y a quienes se dice, violenta la confianza, la dignidad.

Pionero de los estudios sobre la paz, el matemático y sociólogo Galtung ha mediado en severos conflictos de diversa índole en 150 países, es coautor de 150 libros y 90 como autor. Él también habla de la importancia vital que tiene la educación en la reconciliación y enfatiza, asimismo, el papel que los “medios” juegan en toda sociedad.

Con el nuevo gobierno, el cual implica un cambio de régimen, aun sin la formal investidura constitucional, se trabaja ya en foros para hablar y escuchar, sobre todo "escuchar". Muy criticada ha sido la posición del presidente electo por su llamado insistente al "perdón", a la "reconciliación nacional". Nuevamente, son las opiniones mediatizadas las que han empujado a la población en contra de este cambio de régimen rechazando, trivializando y haciendo escarnio de todo lo que se propone en su intento de pacificación del país.

Se llegó incluso a extremos perversos al parodiar, en anuncios televisivos durante la campaña electoral, lo que significan perdón, amnistía, y reconciliación. Con burdas alusiones a lo expresado por AMLO, se distorsionó el sentido de estas palabras y su profundidad, mostrándolo como prueba del deseo de burlar a la justicia, a las víctimas y a la sociedad en general para que, decían y siguen diciendo, "impere la impunidad".

Nada más alejado de la verdad y por cierto, qué gran mezquindad mostraron quienes avalaron dicha campaña de desinformación, violenta en sí misma.

Ofrezco aquí una breve explicación de lo que se trata esta iniciativa para pacificar a nuestra nación. Para poder llegar al “perdón” en lo que se llama la “justicia transicional” y para hacer posible la reconciliación, es necesario comenzar por crear una comisión de investigación del pasado, o "comisión de la verdad”.

En Sud África, cuando se terminó con el Apartheid, se llevaron a cabo esas medidas: comisiones de la verdad que investigaron los hechos y reuniones testimoniales, las cuales tenían por objetivo superar los agravios pasados. Mandela tuvo que enfrentar la ira de quienes se oponían al perdón y la amnistía, pero siguió adelante con la “Comisión de la Verdad y Reconciliación” que investigó las violaciones a los derechos humanos durante el Apartheid, creó un comité de compensación a víctimas y otro de amnistías que aplicaban para quienes brindaron su testimonio. Los testimonios son vitales para encontrar la verdad. En México, para conocer el paradero de los desaparecidos y los asesinados, los testimonios serán indispensables y es de suponer que los testimonios más fidedignos serán de aquellos que tuvieron algo qué ver y/o, en su momento, se vieron imposibilitados para rendir testimonio por miedo y muy probablemente su participación activa o pasiva se debió a la amenaza que sobre ellos pesaba.

Cuando se piensa en la justicia, se piensa en la retribución, en el castigo a todos los culpables. Pero existe una justicia de otra índole: la “restaurativa”, a la que aludía Desmond Tutu, quien fuera presidente de la comisión de la verdad, “significa restaurar las relaciones rotas, con la sanación, armonía y reconciliación”. Se escuchó a víctimas y a victimarios, porque los testimonios de unos y otros eran imprescindibles para reconstruir los hechos, para transitar hacia la democracia y la reconstrucción del país. Cuando realmente se quiere llegar a la reconciliación, el perdón, en todo proceso de esta naturaleza, es indispensable. Pero para que haya perdón, se requiere la confesión.

Por otra parte, el Dr. Johan Galtung, en una visita que hizo a México hace algunos años, dijo que para que México pudiera alcanzar la paz, había que combatir las causas primordiales de la violencia y una de éstas, dijo, es la enorme pobreza y desigualdad que existe en este grandioso país. “Educación”, fue otra de las cosas que mencionó el padre de “la cultura de paz”. Nosotros conocemos de sobra otra de las causas de raíz: la profunda corrupción que ha aquejado a los gobiernos mexicanos. López Obrador lo ha repetido: atacar las causas de la violencia y la inseguridad es combatir la corrupción y la pobreza y eso es lo que se propone hacer en su gobierno, además de llevar a cabo las acciones ya mencionadas para la pacificación y justicia transicional.

Es importante hacer notar que, como ya lo ha declarado la próxima secretaria de gobernación, Dra. Olga Sánchez Cordero, la amnistía, por ley, no puede ser otorgada cuando se trata de delitos de trascendencia internacional como el genocidio, los crímenes de lesa humanidad, la tortura o la desaparición forzada. Aun con la amnistía, prevalecen los derechos a la verdad, la justicia y la reparación para víctimas y familiares. Existe una clara delimitación en la procedencia de la amnistía, tanto por el derecho internacional como por los tratados internacionales. Bajo tal circunstancia, no puede haber impunidad, además de que así,sería imposible la reconciliación y la reparación del tejido social.

Estamos saliendo de un régimen de opresión, la cantidad de muertes y desapariciones, los presos políticos, las represiones, la desigualdad rampante y la corrupción política y gubernamental, lo atestiguan. En un régimen así, sería imposible pensar en una reconciliación social, en un perdón individual, ni en futuro alguno porque el pasado y el presente están heridos por la duda. Pero en un régimen incluyente, democrático, de participación activa de la ciudadanía, en donde las opiniones de todos son tomadas en cuenta; en un régimen en donde las máximas autoridades se hacen responsables y no existe la impunidad, los ciudadanos pueden transitar hacia la reconciliación y el perdón.

Es vital, empero, para esta transición, para la pacificación y la reconciliación, el papel de los medios. Medios masivos poderosos y sus famosos voceros en este país han sido pillados varias veces mintiendo y distorsionando la información. La mayoría de los periodistas, comentaristas y analistas han ido perdiendo credibilidad. Haría falta un curso de periodismo de paz para medios y periodistas por parte del Dr. Galtung. En esta hora decisiva para la nación mexicana ¿Actuarán los medios y sus conocidas voces con responsabilidad ayudando al proceso de restauración del tejido social? ¿O insistirán en un periodismo de guerra y de confrontación social?


8/16/2018 09:07:00 p. m.

¿Una "tersa" transición presidencial?



Por Hasardevi
Agosto 16, 2018
Una concentración casual de hombres no forma ninguna masa…Al enjambre digital le falta un alma o un espíritu de la masa. Los individuos que se unen en un enjambre digital no desarrollan ningún nosotros. El enjambre digital, por contraposición a la masa, no es coherente en sí. No se manifiesta en una voz. Por eso es percibido como ruido.
Tampoco la preocupación de los llamados “indignados” afecta a la sociedad en conjunto; en gran medida, es una preocupación por sí mismo. De ahí que se disperse de nuevo con rapidez.
Byung-Chul Han
En el enjambre

La transición no ha sido “tersa”. Cierto es que de inmediato el candidato del PRI se vio precisado a reconocer el amplísimo triunfo de AMLO y que en un inédito gesto Enrique Peña, presidente saliente, hizo lo propio. No era posible el fraude. Hubo, desde luego, compra de votos y burdas acciones de “probada eficacia” en otras ocasiones para detener el avance de esta ola de cambio antes, durante y después de las elecciones. Hay una elección disputada en Puebla ahora mismo, objeto de un grosero fraude perpetrado por la hipócrita derecha aliada con la “izquierda” más inicua.

No, no ha sido tersa. Hubo 132 políticos asesinados, 416 agresiones y 50 familiares de políticos asesinados, según la consultoría Etellekt y se dice incluso que este ha sido el proceso electoral más violento de la historia de México fuera de la revolución mexicana y si nos atenemos únicamente a los números. Y es que esto resulta sorprendente en pleno siglo XXI y en un país “democrático”.

No, no hay tersura… Hay violencia porque la mentira y la difamación son formas de violencia constante cuando además, se ejercen desde el poder y los medios masivos. Y ni la mentira ni la difamación han cesado desde la campaña, y desde mucho antes.

El “establishment” mexicano está perplejo sí, pero su reacción no se ha hecho esperar. La odiosa mentira del “pacto” entre AMLO y EPN es una de esas calumnias que se usan para crear un efecto de “nada cambia” en quienes votaron por la transformación del país y aun entre quienes no lo hicieron. No es algo “terso” que los gobernantes en turno, ante su apabullante derrota, hayan abandonado su responsabilidad ante el electorado y se estén dedicando al saqueo de las arcas públicas y a aumentar el endeudamiento nacional y gastando en poderosas armas.

No es tersura la constante diatriba de medios y “telectuales” a cada paso que da el presidente electo.

Y será peor. Porque la transición apenas comienza.

La civilidad mostrada por Peña no significa que estén, en su partido, conformes con su derrota, aunque a él en lo personal lo único que parece importarle es poder abandonar muy pronto el país con todo lo que pueda llevar consigo.

Ahora mismo se dedican a tratar de robar al pueblo, después de la elección, los representantes que se ganaron en las urnas, arguyendo la “sobrerrepresentación” de Morena y su coalición, lo cual carece de sustento, con la anuencia de los órganos electorales aún bajo el mando de los gobiernos en turno.

Nada será “terso”, política y mediáticamente hablando en los días por venir. El país está herido, saqueado, violentado y su reconstrucción no será fácil. Y por ello, quienes conscientemente dieron en su voto para una transformación, y sobre todo, su confianza para el presidente López Obrador, están llamados a actuar, movilizarse y participar, en lugar de lamentarse y esperar, como azuzan los arteros medios, opinólogos, comentócratas y hasta bots: que AMLO ejerza la “justicia” metiendo a la cárcel a todos cuantos han delinquido y traicionado la confianza de quienes los votaron y del pueblo en general.
A este respecto, se debe recordar que existen Tres Poderes de la Unión: Ejecutivo, Legislativo, Judicial. El próximo presidente constitucional ha ofrecido que prevalecerá el Estado de Derecho y se respetará la independencia de los poderes. Es preciso entender esta parte fundamental del compromiso de AMLO. Toca al pueblo, a los ciudadanos ejercer la presión necesaria para que el poder judicial por fin cumpla con su cometido de hacer justicia y al legislativo representar verdaderamente los intereses de todos.

Apoyar las convocatorias a participar por parte de los ciudadanos, es una forma de participación democrática de la que nadie debe abstenerse. El pueblo soberano debe participar, reunirse en círculos de reflexión, exigir y vigilar a gobernantes -desde los más cercanos hasta los más lejanos, y exhibir en público cuando éstos no atiendan sus deberes. Por supuesto, los ciudadanos han de comenzar por cumplir su parte: no fomentar la corrupción en modo alguno.

A los delincuentes que están de salida, y a los que se quedan cobijados en el fuero, si queremos que ocupen el lugar que les corresponde por corruptos, presionemos a los representantes populares y al poder judicial para que la justicia sea servida. No basta la indignación individual, hace falta actuar, para eso es la revolución de las conciencias.

Y hay que decirlo: el ambiente de paz y la mediana civilidad que se observan, se debe a la prudencia y agudeza política de Andrés Manuel López Obrador y a la organización de morena-movimiento. Así también, a la admiración que la digna figura de López Obrador ha despertado alrededor del mundo y la alegría con que en países latinoamericanos, incluso España, se recibe este aire fresco que su prometedora presidencia significa. 

8/02/2018 10:17:00 p. m.

El mundo bizarro de los "comunicadores"


Por Hasardevi
19 Julio, 2018
La cobardía intelectual se ha convertido en una verdadera disciplina olímpica de nuestro tiempo.
Con la instantaneidad de la información, ya no queda tiempo para la historia.
 Simular es fingir tener lo que no se tiene.Jean Baudrillard

LAS comparaciones, los análisis, las opiniones, mucho fiambre para “periodistas” y locutores... opinadores, mucho alimento para el inconsciente colectivo, muchos hilos para anudar y manejar voluntades…

De plácemes siempre la "sociedad del espectáculo", del simulacro real y la realidad simulada. Antiguas y modernos cortesanas, serviles voluntarios, la estridencia llevada a los extremos. Todos tienen que comer, pero... con caviar y champagne y gastar en sus lujosos viajes y atuendos y "dispositivos" de marca, así que a escribir… lo que sea, cuanto sea y como sea, a dar charlas, opiniones análisis y demás, a llenar FB TW Instagram youtube y lo que haya… con cascadas de palabras y, decir y desdecir lo mismo una y otra y otra vez.

¿Que ha habido una revolución de conciencias? ¿Que el país requiere una reconstrucción y hoy hay un gobierno con la voluntad de hacerlo? ¡Indispensable dudar! Corruptos somos todos y a las pruebas nos remitimos corean al unísono. El cambio puede esperar, que se explique cómo es que piensan que van a poder implantar una forma distinta de hacer las cosas para bien de todos ¡desde cuando las utopías se realizan! En qué mundo creen que viven los que piensan que la depredación no es el sino fatal de todo aquél que respire.

Pero si ni los más pobres, invisibles y humillados quieren formar parte de la transformación, para qué si el molde de la victimización ha dado sus frutos, podridos y todo pero al fin frutos: ahora ya saben en todo el mundo, o casi, que son víctimas en rebeldía; ¿reivindicación y entrada al mundo con todos los derechos para todos? Nunca, ¿se pierde la utopía! Qué siga el espectáculo.

Activistas metidos a analistas, ahora forman parte activa del simulacro y no van a permitir que un utopista práctico les robe cámara.
Y que les quede claro: ¡queremos la sangre de un mártir, nunca el triunfo de un luchador!, no aquí, no ahora, no nunca.

Es maravillosa la eterna victimización, la rabia como combustible para justificar de donde sea que venga… Es casi tan poético como el amor intangible, irrealizable, sin tener que dar más prueba que uno que otro edulcorado remedo.
Y yo también, sí, aporto mi monólogo. Pero con ráfagas de una esperanza en hallar eco en almas indómitas.

Que alguien explique, por otra parte, que es ser hoy “luchador social” en el contexto de la simulación y la sociedad del espectáculo, en la que el apelativo mismo se convierte en armadura contra el pétalo de la menor crítica y pobre de aquél que se atreva a dar el mal paso de lo políticamente incorrecto y pregunte ¿y por qué luchan? Sí, por los derechos de las víctimas: ¿ellos mismos?

Y satisfechos de la comilona de palabras, levantarse y despedirse de mano muy contentos, sin haber dicho ni aportado nada, sin haber intercambiado nada, ni permitir, por supuesto, arribar a conclusión alguna. Que no sea claro, ¡hay que seguir organizando estas mesas! Ajá.