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¿Medios o "fines"?




Por Hasardevi
Diciembre 22, 2016

AMLO tiene un discurso conciliador, no busca atraer la atención complaciendo al respetable ofreciendo la sangre de los “enemigos”. Esto, sus detractores, son incapaces de reconocerlo y menos aún, resaltarlo.

Los medios masivos, convertidos en la cloaca mendaz que hoy son, envolviendo y corrompiendo casi todo al promover los más bajos instintos en quienes les atienden, tienen a sueldo a tristes voceros sometidos al poder de sus patrones y se empeñan en ridiculizar la bondad y exaltan la ambición y el éxito a cualquier costo. Ponen de relieve lo aparente y obvian, por deliberada ignorancia, lo sustancial, porque ni siquiera entienden la diferencia. Pareciera que el cinismo es su divisa.

Su vocabulario se ciñe a un puñado de frases hechas y lo vulgar, cuando no lo soez, inunda los espacios radiales y televisivos. Son muy cortas las ideas y muchas las supercherías e imitaciones.
En sus entrevistas no pueden ocultar su obsequiosidad con el poder y su consigna de acosar al que se opone a éste.

AMLO habla de lo sustancial: hace falta regenerar, transformar, y por la vía pacífica al país. Pacificarlo y revitalizar la economía tomando en cuenta la educación, la cultura, el campo –entre otras muchas cosas, y acabar con la corrupción. Pero todo esto no es “noticia”, no les sirve a los intereses que están en juego: este personaje debe ser ninguneado, ridiculizado, aniquilado, de ser posible.

La corrupción la mencionan en la casa de Morena, pero omiten la podredumbre que imbuye la política en este país. López Obrador habla de “gobernar con el ejemplo”, de tener un equipo de personas honestas, mecanismos que permitan mayor participación ciudadana como el referéndum, la consulta popular, la revocación de mandato.

Pero los merolicos(1) atienden al mero sensacionalismo. El problema de fondo es que los medios, en general, se convirtieron en "fines" en sí mismos. Y el fin es vender. Lo que sea, todo. Productos, personas, "ideas", prejuicios, mentiras. 

Es curioso que nunca pregunten por la gente con la que AMLO se encuentra en cada pueblo, ranchería, municipio. No les importa. No preguntan sobre su relación con la gente: qué le preguntan estas personas que atienden a sus mítines, qué le piden. No preguntan sobre su visión de la historia de México, o su opinión del encuentro fallido entre Peña y Trump, promovido desde las altas esferas del gobierno, ni la soberanía nacional atropellada. No muestran el menor interés en los libros escritos por Andrés Manuel, su relación con personajes de la cultura y la educación. Su paso por la política antes y después de su ruptura con el sistema.

Estos sometidos voluntarios, que en muchos casos cobran sueldos exorbitantes por sentarse ante un micrófono y una cámara… a mentir en muchas ocasiones, repiten su guión marcado por años.
El país se desangra y son incapaces de hacer, ellos sí, una autocrítica de su gran responsabilidad en ello, por no proveer información fidedigna, por no aportar a la verdad histórica. Lanzo desde aquí un yo acuso, para lo que esto pueda servir, hacia estos promotores de la mentira, la bajeza, la violencia y la corrupción que hoy es característica de este país.

En ese tenor, los voceros del poder invitan a AMLO a debatir desde sus empresas –eso son, ellos viven de vender y… de venderse. AMLO sólo debatirá con Salinas de Gortari, el expresidente que provino también de un gran fraude a la nación y deja en claro que debatir con él no se trata de algo superfluo: A partir de Salinas se generó el desequilibrio en México. Es el artífice del modelo político y económico que impera en México. El cortesano de la información ataja con los nombres de Anaya y Ochoa, el PRIAN, su patrón a final de cuentas.

Estos medios falaces convertidos en espectáculo no tienen por objetivo ayudar a comprender mejor lo que ocurre en el país, o en el mundo; están ahí para confundir, para “dirigir la opinión”, para desmembrar.

No sólo se requiere el bienestar material, se requiere el bienestar espiritual, dice AMLO.
Un bienestar espiritual al que desde luego no ayudan estos medios pendencieros que han ayudado al poder más corrupto a enquistarse como un cáncer.

Sirva de ejemplo el denuesto a AMLO y MORENA para advertir la falta de probidad de medios y voceros de éstos. Pero sucede en todo el mundo y con un fin: asentar a los oligarcas en su trono impidiendo la educación de las masas, promoviendo el desencanto y cooptando, incluso, el espíritu de la gente.

Las redes están también llenas de ese “periodismo” ahora incluso ayudado y alentado por ciudadanos que, desinformados e ignorantes, pretenden erigirse en “informadores”. Hace falta responsabilidad y combatir la ignorancia, hace falta revisar nuestra propia forma de actuar frente al poder y a los poderosos.


Hace poco el actor Denzel Washington dijo al contestar una pregunta en entrevista “de pasarela”: Si no lees los periódicos, no estás informado; si los lees, estás desinformado. Y les preguntó con delicada firmeza: ¿cuál es la responsabilidad que ustedes tienen en esto? ¿cuál es la responsabilidad de los medios en decir la verdad, no sólo en ser los primeros, sino decir la verdad? No importa si se daña, si se destruye con la mentira, hay que publicarlo, hay que vender, dijo. En lo que se haga, hay que hacerlo bien, incluyendo su trabajo de vender “BS” (porquería). “¿tiene sentido para usted?” Se despidió con una gran sonrisa de la periodista.

En otro caso, una activista francesa de izquierda increpó en pleno programa de televisión a quienes conducían el mismo diciéndoles “disculpe señor, pero ¿cuánto gana usted?” Ustedes defienden aquí medidas en contra de los trabajadores vestidos con sus lujosos trajes…

Creo que es tiempo de confrontar a los mercenarios de la información.

(1) Persona que es muy habladora.
Vendedor callejero que atrae a los transeúntes con su verborrea.