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¿Una "tersa" transición presidencial?



Por Hasardevi
Agosto 16, 2018
Una concentración casual de hombres no forma ninguna masa…Al enjambre digital le falta un alma o un espíritu de la masa. Los individuos que se unen en un enjambre digital no desarrollan ningún nosotros. El enjambre digital, por contraposición a la masa, no es coherente en sí. No se manifiesta en una voz. Por eso es percibido como ruido.
Tampoco la preocupación de los llamados “indignados” afecta a la sociedad en conjunto; en gran medida, es una preocupación por sí mismo. De ahí que se disperse de nuevo con rapidez.
Byung-Chul Han
En el enjambre

La transición no ha sido “tersa”. Cierto es que de inmediato el candidato del PRI se vio precisado a reconocer el amplísimo triunfo de AMLO y que en un inédito gesto Enrique Peña, presidente saliente, hizo lo propio. No era posible el fraude. Hubo, desde luego, compra de votos y burdas acciones de “probada eficacia” en otras ocasiones para detener el avance de esta ola de cambio antes, durante y después de las elecciones. Hay una elección disputada en Puebla ahora mismo, objeto de un grosero fraude perpetrado por la hipócrita derecha aliada con la “izquierda” más inicua.

No, no ha sido tersa. Hubo 132 políticos asesinados, 416 agresiones y 50 familiares de políticos asesinados, según la consultoría Etellekt y se dice incluso que este ha sido el proceso electoral más violento de la historia de México fuera de la revolución mexicana y si nos atenemos únicamente a los números. Y es que esto resulta sorprendente en pleno siglo XXI y en un país “democrático”.

No, no hay tersura… Hay violencia porque la mentira y la difamación son formas de violencia constante cuando además, se ejercen desde el poder y los medios masivos. Y ni la mentira ni la difamación han cesado desde la campaña, y desde mucho antes.

El “establishment” mexicano está perplejo sí, pero su reacción no se ha hecho esperar. La odiosa mentira del “pacto” entre AMLO y EPN es una de esas calumnias que se usan para crear un efecto de “nada cambia” en quienes votaron por la transformación del país y aun entre quienes no lo hicieron. No es algo “terso” que los gobernantes en turno, ante su apabullante derrota, hayan abandonado su responsabilidad ante el electorado y se estén dedicando al saqueo de las arcas públicas y a aumentar el endeudamiento nacional y gastando en poderosas armas.

No es tersura la constante diatriba de medios y “telectuales” a cada paso que da el presidente electo.

Y será peor. Porque la transición apenas comienza.

La civilidad mostrada por Peña no significa que estén, en su partido, conformes con su derrota, aunque a él en lo personal lo único que parece importarle es poder abandonar muy pronto el país con todo lo que pueda llevar consigo.

Ahora mismo se dedican a tratar de robar al pueblo, después de la elección, los representantes que se ganaron en las urnas, arguyendo la “sobrerrepresentación” de Morena y su coalición, lo cual carece de sustento, con la anuencia de los órganos electorales aún bajo el mando de los gobiernos en turno.

Nada será “terso”, política y mediáticamente hablando en los días por venir. El país está herido, saqueado, violentado y su reconstrucción no será fácil. Y por ello, quienes conscientemente dieron en su voto para una transformación, y sobre todo, su confianza para el presidente López Obrador, están llamados a actuar, movilizarse y participar, en lugar de lamentarse y esperar, como azuzan los arteros medios, opinólogos, comentócratas y hasta bots: que AMLO ejerza la “justicia” metiendo a la cárcel a todos cuantos han delinquido y traicionado la confianza de quienes los votaron y del pueblo en general.
A este respecto, se debe recordar que existen Tres Poderes de la Unión: Ejecutivo, Legislativo, Judicial. El próximo presidente constitucional ha ofrecido que prevalecerá el Estado de Derecho y se respetará la independencia de los poderes. Es preciso entender esta parte fundamental del compromiso de AMLO. Toca al pueblo, a los ciudadanos ejercer la presión necesaria para que el poder judicial por fin cumpla con su cometido de hacer justicia y al legislativo representar verdaderamente los intereses de todos.

Apoyar las convocatorias a participar por parte de los ciudadanos, es una forma de participación democrática de la que nadie debe abstenerse. El pueblo soberano debe participar, reunirse en círculos de reflexión, exigir y vigilar a gobernantes -desde los más cercanos hasta los más lejanos, y exhibir en público cuando éstos no atiendan sus deberes. Por supuesto, los ciudadanos han de comenzar por cumplir su parte: no fomentar la corrupción en modo alguno.

A los delincuentes que están de salida, y a los que se quedan cobijados en el fuero, si queremos que ocupen el lugar que les corresponde por corruptos, presionemos a los representantes populares y al poder judicial para que la justicia sea servida. No basta la indignación individual, hace falta actuar, para eso es la revolución de las conciencias.

Y hay que decirlo: el ambiente de paz y la mediana civilidad que se observan, se debe a la prudencia y agudeza política de Andrés Manuel López Obrador y a la organización de morena-movimiento. Así también, a la admiración que la digna figura de López Obrador ha despertado alrededor del mundo y la alegría con que en países latinoamericanos, incluso España, se recibe este aire fresco que su prometedora presidencia significa. 

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