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No a la impunidad, debe aplicarse la ley en los delitos electorales



La violencia del proceso electoral

Por Hasardevi

Junio 11, 2021

"Entre las diversas maneras de matar la libertad, no hay ninguna más homicida para la república que la impunidad del crimen o la proscripción de la virtud.“ Francisco de Miranda

 

Según la Comisión de Derechos Humanos de las Naciones Unidas (CDHNU), la impunidad es el nombre que se da a la ausencia de responsabilidad penal o civil de los autores de las violaciones. 

Los Delitos electorales, además de graves, deberían clasificarse como de lesa humanidad pues rompen con el principio democrático y constitucional del derecho a elegir libre y pacíficamente a los gobernantes además de lacerar profundamente el Estado de Derecho y atentar contra los derechos humanos. Especialmente en México, en donde durante décadas, si no siglos, el derecho a la libre elección de sus gobernantes ha sido una formalidad, una ficción, volver a esas prácticas lastima profundamente el camino andado para una verdadera alternancia pacífica. El derecho del pueblo a elegir a sus gobernantes es sagrado.

Más allá de los asesinatos que tuvieron lugar durante las campañas políticas recientemente realizadas en México, (Elecciones Junio 2021) que realmente pueden o no ser atribuidos a motivaciones electorales, la encarnizada campaña de mentiras en contra del Presidente de la República, López Obrador y del partido morena fue de una agresividad brutal.

Si ahora los delitos electorales son graves, para que no sea letra muerta la constitución, las autoridades correspondientes deben hacer valer la Ley y aplicarla llevando a cabo las investigaciones necesarias para castigar penalmente a quienes ejercieron tal violencia y tortura psicológica contra el pueblo de México, sometiendo a la población a una andanada de mentiras y agresiones que han sumido a los ciudadanos en una terrible zozobra que puede impedir en ocasiones a algunos pensar con la claridad necesaria para discernir el sentido de su voto y en otras ocasiones provocan un malestar hacia todo lo que tiene que ver con la política y puede llevar a la gente al hartazgo y a pensar que no vale la pena tomar parte en semejante circo. 

Lo que debería constituir una fiesta democrática se convierte en una tensa situación, que aunada a la pandemia, puede provocar incluso un agravamiento de la salud mental de mucha gente que ha sufrido los estragos físicos, psicológicos y económicos de dicha pandemia. El derecho a votar se convierte en una terrible monserga e incluso a rechazar todo lo que involucre un análisis sobrio de la vida pública, ya que incluso la propia privacidad es atropellada con llamadas telefónicas y mensajes por diferentes redes sociales, que incitan al odio y al temor precisamente hacia el partido mayoritario del cual proviene hoy día el Jefe del Ejecutivo.

Este abuso y falta de respeto a los derechos humanos, esta ilegalidad que raya en la agresión violenta a la psique de las personas ya está penada por la ley y ahora es tiempo de exigir a las autoridades responsables la aplicación inmediata de ésta. Si no se salvaguarda el derecho a respirar tranquilos en un verdadero ambiente democrático, la impunidad de la que la ciudadanía está harta y contra la que votó desde 2018 y hoy refrenda con su voto a pesar de la campaña negra, mandará un muy negativo mensaje a quienes optaron por continuar con la  Cuarta Transformación.

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