Pensar contra la corriente del tiempo es heroico: decirlo una locura.
Eugène Ionesco
Por Hasardevi
Ionesco, o Eugen Ionescu en rumano, ese "loco", dice algo tan verdadero como fácil de comprobar. En su famosa obra La cantante calva, este autor del "teatro del absurdo" expresa precisamente la incapacidad de las personas para expresar sus opiniones, para comunicarse...
El vacío también, de la incomunicación que se da a niveles íntimos como los de una pareja que no se comunica, a pesar que se digan mucho. Son dos monólogos en los que no se escuchan el uno al otro. Este absurdo, trasladado de la familia en donde nadie sabe ya ni quienes son unos y otros y en todo caso da lo mismo, a la sociedad actual, en donde la expresión de las opiniones ni siquiera refleja una creencia personal, ya que se expresa lo que otros dicen, ya sean los medios masivos (en su gran mayoría), los padres, los hijos, los vecinos, etc., etc. De esto trata la obra de Ionesco.
La política es una de las expresiones más vivas del absurdo, del cinismo y de la hipocresía al mismo tiempo. La incoherencia llevada a extremos de verdadera esquizofrenia. Cuando en ese medio, alguien, un político, no camina en el sendero que "debía" como buen político del sistema, tendrá que vérselas con la más acérrima crítica de colegas e intelectuales, entre otros, incluyendo el pueblo en general, todos estos bien asimilados al sistema.
Pienso por ejemplo en el blanco favorito de las burlas y el denuesto en México: Andrés Manuel López Obrador, quien recientemente dijo que el denuesto de ese psicópata Salinas, tan aceptado él sí, en los medios, era "un timbre de orgullo". Y en efecto lo es. No hay peor vergüenza que ser alabado por un tonto, según el sabio iluminado Nichiren, y esto también obra a la inversa.
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