Por Jorge G.
Pues sí, uno de los mayores cambios que trajo la cuarta transformación fue la politización de amplios sectores de la sociedad que antes rechazaban cualquier involucramiento con la política. O acaso debemos decir que la revolución de las conciencias trajo como consecuencia la cuarta transformación y la politización del Pueblo.
Como sea, estamos presenciando la irrupción de un nuevo personaje en el debate público, el Pueblo, que ahora opina acerca de acontecimientos que anteriormente eran tema de conversación sólo para la "clase política."
Si la intervención de este nuevo actor es particularmente visible en las redes sociales no es fenómeno exclusivo de ellas, ahora es posible escuchar con mayor frecuencia diálogos sobre el ejercicio de gobierno o escándalos políticos en las escuelas, calles y mercados.
Lo anterior, si bien puede considerarse positivo ya que implica mayor intervención de la gente en la vida publica, también es cierto que todavía es considerable la influencia de los medios corporativos de información en la formación del criterio sobre temas de interés general. Es necesario, para contrarrestar las distorsiones, que la formación política no se detenga, ya sea desde los partidos políticos de izquierda, organizaciones progresistas o colectivos ciudadanos.
Otra consecuencia de la mayor politización de la sociedad y la mayor "observancia" sobre los personajes de la vida pública es la conversión de muchos, particularmente en redes sociales, en agentes del ministerio público o jueces que ante el menor indicio no tardan en emitir juicios condenatorios y si se trata de adversarios políticos qué mejor.
No se trata de defender a nadie, se trata de dejar que las instancias correspondientes hagan su trabajo y determinen responsabilidades y sanciones. Todo con la mayor transparencia y bajo el escrutinio de la sociedad. Fomentar el linchamiento mediático por venganza o discrepancias ideológicas al interior del movimiento de regeneración sólo enrarece el ambiente y beneficia a la reacción. Que el funcionario que haya cometido delitos, sea sancionado y el que haya ejercido su cargo de manera ineficiente o irresponsable que asuma la responsabilidad política pero sin cacería de brujas.
No debemos perder de vista que uno de los más importantes objetivos del movimiento de regeneración nacional es la dignificación de la política pero ello debe hacerse sin politiquería, o sólo estaríamos cambiando para que todo siga igual.
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