5/22/2009 03:23:00 p. m.

Entrando a la crisis

Han sido meses tremendos para la economía; pero más tremendos para los economistas y sus previsiones de crecimiento. Fueron pocos (y no les prestaron ni micrófono ni imagen) los que avisaron del trancazo que se anidaba en el eje de la economía mundial. El quebranto hipotecario en Estados Unidos solo se empezó a anunciar en los medios masivos de comunicación cuando ya las constructoras, los bancos, los dueños de las casas, iban en picada y declarándose en bancarrota. Existe una lógica perversa para entender el desarrollo de la información en torno a las caídas económicas.

Poniéndonos en el lugar de un secretario de hacienda o de un banquero central, en tiempos “normales” conviene retrasar lo más posible el anuncio de la entrada de un periodo recesivo pues estos en el pasado generalmente no duraban más de 4 trimestres consecutivos. Al retrasar las malas noticias se podía, acto seguido, comenzar a anunciar la próxima reactivación de los mercados cuando en su lógica efectivamente esto era previsible que aconteciera. En nuestra experiencia mexicana Guillermo Ortiz anunciaba una caída del 2.3% en el PDB mexicano en el mes de febrero cuando en realidad la caída era no menor del 10% en ese momento y cuando además, medida en dólares se podía presumir de un quebranto del 40%. Para cuando admitió que la caída era mucho mayor de lo que había querido admitir antes, los créditos de emergencia que había negociado Zedillo con los Estados Unidos estaban fluyendo hacia la industria de la construcción y de esa manera se lograba que la recesión durara poco (aunque fuese profunda) y se pudiera “reestructurar” el discurso de optimismo. Optimismo en el “crecimiento”; optimismo en el “progreso”. Ya para finales de 1995 la crisis había sido “superada”. No en cuanto al costo social: Entre otras cosas, el año 95 redujo enormemente el porcentaje de la población que se podía definir a sí misma como “Clase media”. Ese mismo año 95 estrechó la proporción del ingreso fiscal del gobierno que se podía dedicar a gasto social y de infraestructura. Pero, mucho más importante desde el punto de vista político. Se pudo una vez mas, decir: “reto superado” en el camino interminable del progreso.

Este 2009 pinta distinto a crisis anteriores. Efectivamente, el retraso en el anuncio de la entrada a recesión se dió. Apenas en esta semana que pasó Agustín Carstens reconoce que se sufrió un tropiezo tremendo (del 8% …a reserva de medirlo en dólares) y efectivamente se habla de un año difícil, pero ya comenzaron a calentar la maquinaria de la generación de expectativas positivas con los anuncios de “brotes verdes”. Estos brotes verdes son la expresión que se decidió acuñar desde la Casa Blanca y ha sido adoptada alrededor del mundo para augurar el próximo período de expansión. En eso, digamos que se sigue a pié juntillas la receta keynesiana. Nótese que la receta Keynes tuvo un sonado fracaso en la primera oportunidad que se implementó: la gran depresión del 29 que no terminó sino hasta que comenzó la segunda guerra mundial (valiente remedio para problemas económicos). Ahora bien: Que debemos hacer los consumidores (antes ciudadanos) frente a un panorama como el que se nos presenta?


Lo primero es adoptar una actitud mental defensiva frente a todo anuncio prematuro de recuperación económica. No se cumple ningún deber patriótico extendiendo la línea de crédito en la tarjeta bancaria. Nuestro principal socio comercial, los Estados Unidos, apenas comienza un largo y doloroso camino de reestructuración. Los despidos se siguen dando a razón de poco más de medio millón mensuales y no se encuentra el dato que nos permita predecir cuándo es que esta tendencia va a detenerse. Su tasa de desempleo reconocida está arriba del 8% pero está pegando mas fuerte entre nuestros connacionales emigrados. Ellos se fueron a los Estados Unidos en los años de bonanza de la industria de la construcción y si ahora no están regresando es porque encontraron empleo de menor paga, ya sea como emigrados legales o ilegales, eso poco importa, simplemente las remesas seguirán cayendo a lo largo de todo el 2009. A esto hay que agregar que las secuelas de la caída norteamericana las seguiremos sufriendo en México porque la baja en la demanda del sector automotriz es un fenómeno que apenas comienza. El sector de ensamblado automotor en el norte del país va continuar a la baja y esto va a repercutir directamente en dos rubros muy sensibles a las finanzas mexicanas: ingresos fiscales; capacidad de pago del sector laboral a sus obligaciones hipotecarias y de crédito al consumo. Este proceso de “ajuste” continuará todo el año (por lo menos) y cuando termine su contracción no es posible pronosticar un periodo de expansión durante todo el 2010. Es necesario mantener la postura mental defensiva por otra razón importante. El sector energía en México ha cambiado ya de perspectivas. PEMEX fue la principal fuente de recursos frescos del exterior para el gobierno federal. Esta historia termina en medio de un doble golpe: caída en el volumen de exportaciones; caída en el precio del crudo. El gobierno federal subsanará este boquete presupuestal a través de los megacréditos otorgados por el FMI (30,000 millardos) y la Reserva federal norteamericana a través de swaps monetarios (otros 37,000 millardos). Este dinero fresco en el corto plazo asegura el empleo gubernamental y la estabilidad en ciertas variables macro como son el pago de las obligaciones que genera el IPAB y la deuda externa de vencimiento de corto plazo. Pero nada aporta a la expansión en el sector servicios y de la pequeña industria subsidiaria de los grandes conglomerados. Una postura defensiva en cuanto al ingreso tiene muchas vertientes. Claro está que es necesario recortar el mínimo cualquier cosa que pueda ser considerada “consumo suntuario”. Pero también tiene que ver con la actitud en el ahorro. Con la gloriosa tradición del gobierno mexicano de repudiar deuda a través de las devaluaciones, en la psique mexicana está bien grabada la lección de que el ahorro se expresa en bienes tangibles. De ahí el impulso bien asentado de comprar casa. Ahí es donde se expresa el espíritu ahorrador. Pero haciendo a un lado esa sana costumbre de depositar excedentes en bienes raíces,¿ que se puede hacer con el dinero –mucho o poco- que sobra? Presentaré un abanico (lástima, no muy amplio) de opciones en la siguiente entrega.


Carlos Ramírez Powell

Universidad de Guadalajara 18 mayo 2009

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