Por Hasardevi
19 Julio, 2018
La cobardía intelectual se ha convertido en una verdadera disciplina olímpica de nuestro tiempo.
Con la instantaneidad de la información, ya no queda tiempo para la historia.
Simular es fingir tener lo que no se tiene.Jean Baudrillard
LAS comparaciones, los análisis, las opiniones, mucho
fiambre para “periodistas” y locutores... opinadores, mucho alimento para el inconsciente
colectivo, muchos hilos para anudar y manejar voluntades…
De plácemes siempre la "sociedad del espectáculo", del
simulacro real y la realidad simulada. Antiguas y modernos cortesanas, serviles voluntarios, la estridencia llevada a los
extremos. Todos tienen que comer, pero... con caviar y champagne y gastar en sus lujosos viajes
y atuendos y "dispositivos" de marca, así que a escribir… lo que sea, cuanto sea y como sea, a
dar charlas, opiniones análisis y demás, a llenar FB TW Instagram youtube y lo
que haya… con cascadas de palabras y, decir y desdecir lo mismo una y otra y
otra vez.
¿Que ha habido una revolución de conciencias? ¿Que el país
requiere una reconstrucción y hoy hay un gobierno con la voluntad de hacerlo?
¡Indispensable dudar! Corruptos somos todos y a las pruebas nos remitimos corean al unísono. El
cambio puede esperar, que se explique cómo es que piensan que van a poder implantar
una forma distinta de hacer las cosas para bien de todos ¡desde cuando las
utopías se realizan! En qué mundo creen que viven los que piensan que la
depredación no es el sino fatal de todo aquél que respire.
Pero si ni los más pobres, invisibles y humillados quieren
formar parte de la transformación, para qué si el molde de la victimización ha
dado sus frutos, podridos y todo pero al fin frutos: ahora ya saben en todo el
mundo, o casi, que son víctimas en rebeldía; ¿reivindicación y entrada al mundo
con todos los derechos para todos? Nunca, ¿se pierde la utopía! Qué siga
el espectáculo.
Activistas metidos a analistas, ahora forman parte activa
del simulacro y no van a permitir que un utopista práctico les robe cámara.
Y que les quede claro: ¡queremos la sangre de un mártir,
nunca el triunfo de un luchador!, no aquí, no ahora, no nunca.
Es maravillosa la eterna victimización, la rabia como
combustible para justificar de donde sea que venga… Es casi tan poético como el
amor intangible, irrealizable, sin tener que dar más prueba que uno que otro edulcorado remedo.
Y yo también, sí, aporto mi monólogo. Pero con ráfagas de
una esperanza en hallar eco en almas indómitas.
Que alguien explique, por otra parte, que es ser hoy
“luchador social” en el contexto de la simulación y la sociedad del
espectáculo, en la que el apelativo mismo se convierte en armadura contra el
pétalo de la menor crítica y pobre de aquél que se atreva a dar el mal paso de lo
políticamente incorrecto y pregunte ¿y por qué luchan? Sí, por los derechos de
las víctimas: ¿ellos mismos?
Y satisfechos de la comilona de palabras, levantarse y despedirse de mano muy contentos, sin haber
dicho ni aportado nada, sin haber intercambiado nada, ni permitir, por
supuesto, arribar a conclusión alguna. Que no sea claro, ¡hay que seguir
organizando estas mesas! Ajá.
2 comentarios:
Suculenta colaboración. De esas lecturas que se saborean no sólo por el estilo, sino por la profundidad de los conceptos que tocan la verdad verdadera.
Gracias por su comentario, Alfonso.
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