1/04/2009 11:18:00 p. m.
De una muy ruda y algo cursi realidad
Un encanto los tipos, gracias a su gracia personal, su profesionalismo como actores y a una magnífica dirección. Por momentos no entendía bien los diálogos por aquello del acento y la forma atropellada de hablar. No obstante, la anécdota está muy bien contada y me pareció una muy buena película que narra una realidad nacional, de manera tan natural como se van dando las cosas en nuestro entorno, así nomás... casi sin sentirlo.
El potente vínculo que existe en los lazos consanguíneos en este país, no impide el desarraigo cuando de dinero, fama o poder se trata. Antes de continuar, aclaro que esto no pretende ser una crítica de cine, sino más bien un recuento de lo percibido a través de una película bien hecha; por supuesto éste no será objetivo, sino tan subjetivo como la propia percepción.
Me queda la sensación de que hay un único benefactor en la película, sin aparente interés personal, a no ser el de haber conseguido a una muchacha joven y bonita con la mejor intención (casorio de por medio).
El par de hermanos, rudo y cursi, provincianos naïves venidos a más por azar, destino, merecimiento o fatalidad, huérfanos como son –al igual que la mayoría del pueblo mexicano gracias a un sistema cuidadosamente establecido al efecto, de educación, principios, valores éticos o una identidad más allá del terruño y el entorno inmediato, quizá la religión y desde luego la TV como mentor principal, caen en las garras de la manipulación tan “sencillito”, diría su patrocinador oficioso en su marcado acento argentino (muy buen actor también), como la mosca en la miel.
No pude menos que reflexionar en que muy otra sería su historia si junto con su trabajo, fecundo y difícil, hubiese existido la remuneración justa, el tiempo para un ocio merecido y llenado con deporte sí, pero también instrucción musical, libros, etc.; y que con una educación gratuita y eficaz del Estado aspirarían a mayor y mejor cultura... ah pero, ¡claro! Esto les llevaría a una conciencia de clase, a una forma de politizarse y comprender que se tienen derechos entre los cuales está educarse y vivir a plenitud y que no sólo la lotería, el fútbol y el “estrellato artístico”, son las vías hacia una vida decorosa y feliz. Hubiesen empleado mejor y obtenido mejor ganancia de su aventura gracias a su talento nato, que desde luego no estaba en el canto del cursi.
Carecer de “mística” en la vida, hace que se vincule el ser con el tener. ¿Cómo acceder a ella saltando por encima de religiones alienantes?
Ahí radica el valor de esta película, según yo, al mostrar los “anti-valores” que pueblan la imaginería de la sociedad en sus diferentes estratos, si bien de forma somera. Más llevadera la tragedia final de mirar las ilusiones y la oportunidad echadas al caño, gracias a un mecenas cuestionado en principio... pero si ofrece una oportunidad, “entonces está bien ¿no?”, con el permiso de la madre de los susodichos (estupendamente caracterizada por Dolores Heredia, irreconocible aquí. (Rudo y Cursi, película escrita y dirigida por Carlos Cuarón, producida por Alfonso Cuarón, González Iñárritu y G. del Toro)
El potente vínculo que existe en los lazos consanguíneos en este país, no impide el desarraigo cuando de dinero, fama o poder se trata. Antes de continuar, aclaro que esto no pretende ser una crítica de cine, sino más bien un recuento de lo percibido a través de una película bien hecha; por supuesto éste no será objetivo, sino tan subjetivo como la propia percepción.
Me queda la sensación de que hay un único benefactor en la película, sin aparente interés personal, a no ser el de haber conseguido a una muchacha joven y bonita con la mejor intención (casorio de por medio).
El par de hermanos, rudo y cursi, provincianos naïves venidos a más por azar, destino, merecimiento o fatalidad, huérfanos como son –al igual que la mayoría del pueblo mexicano gracias a un sistema cuidadosamente establecido al efecto, de educación, principios, valores éticos o una identidad más allá del terruño y el entorno inmediato, quizá la religión y desde luego la TV como mentor principal, caen en las garras de la manipulación tan “sencillito”, diría su patrocinador oficioso en su marcado acento argentino (muy buen actor también), como la mosca en la miel.
No pude menos que reflexionar en que muy otra sería su historia si junto con su trabajo, fecundo y difícil, hubiese existido la remuneración justa, el tiempo para un ocio merecido y llenado con deporte sí, pero también instrucción musical, libros, etc.; y que con una educación gratuita y eficaz del Estado aspirarían a mayor y mejor cultura... ah pero, ¡claro! Esto les llevaría a una conciencia de clase, a una forma de politizarse y comprender que se tienen derechos entre los cuales está educarse y vivir a plenitud y que no sólo la lotería, el fútbol y el “estrellato artístico”, son las vías hacia una vida decorosa y feliz. Hubiesen empleado mejor y obtenido mejor ganancia de su aventura gracias a su talento nato, que desde luego no estaba en el canto del cursi.
Carecer de “mística” en la vida, hace que se vincule el ser con el tener. ¿Cómo acceder a ella saltando por encima de religiones alienantes?
Ahí radica el valor de esta película, según yo, al mostrar los “anti-valores” que pueblan la imaginería de la sociedad en sus diferentes estratos, si bien de forma somera. Más llevadera la tragedia final de mirar las ilusiones y la oportunidad echadas al caño, gracias a un mecenas cuestionado en principio... pero si ofrece una oportunidad, “entonces está bien ¿no?”, con el permiso de la madre de los susodichos (estupendamente caracterizada por Dolores Heredia, irreconocible aquí. (Rudo y Cursi, película escrita y dirigida por Carlos Cuarón, producida por Alfonso Cuarón, González Iñárritu y G. del Toro)
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