1/02/2009 02:11:00 p. m.
Un Caballo Blanco Hawaiano
"Un Caballo Blanco Hawaiano", Waikiki, Hawai, julio de 1985.
(Fotografía tomada por Daisaku Ikeda)
Al abrir la ventana se introduce el aroma de las brisas marinas. Como siempre, la playa de Waikiki se encuentra muy animada...
Los felices gritos de los niños. Las voces llamando a los amigos. Personas vestidas en coloridos trajes de baño que corren sobre la arena caliente. Otras, pasean lentamente bajo las sombras de las palmeras. Meditando en este paraíso del Pacífico, a donde la gente viene desde occidente y oriente para encontrarse y hacerse amigos.
“¡Disfruten!” –¡este es el espíritu Aloha! Entonces, mis ojos son atraídos hacia un punto de la playa. Allí, desde la arena, surge la figura de un caballo blanco. ¿Quién lo esculpió? Parece como si estuviese listo para galopar graciosamente. Me inclino con respeto y gratitud hacia los anónimos artistas de la playa que lo crearon.
¿Había alguien desenterrado un caballo sepultado en la arena? ¿O fue desenterrado desde las profundidades del corazón del artista?
Cuando la arena es tocada por manos creativas, ya no es sólo arena. Deja de ser simplemente una cosa. La arena se convierte en la hermosa figura de un caballo, una fusión de materia y espíritu.
Ese momento en que algo invisible se vuelve visible -¡allí encontramos el misterio de la creatividad!
Los seres humanos son obras de arte, del mismo material que las estrellas, creadas por el universo.
Este galopante caballo, también, ¡fue creado de los elementos universales de tierra, agua, fuego, viento y vacío! Todo lo creado por la naturaleza, incluido el ser humano, es una obra de arte.
El espléndido banano. El hibisco carmesí. Peces tropicales iridiscentes. La naturaleza misma busca la belleza. La vida lucha por la belleza. Nada que esté fundamentalmente vivo es feo.
La intensa luz del sol del interminable verano castigaba mi brazo mientras sostenía mi cámara. Una fuerte fragancia flota en el aire seco. ¿Es hierba de jengibre? ¿Carricera?
Basta con tener el corazón para percibirlo, el mundo está lleno de belleza. Las olas, las nubes, son grandes artistas.
La Tierra nos desafía: “¡Ciudadanos, sean bellos, sean fuertes, como yo! ¡Exprésense! ¡Originen cosas de valor! ¡Sean generosos! ¡No se repriman! ¡Creen! ¡Creen algo maravilloso!”.
¡Aportar es alegría! ¡Crear es alegría! Alentar a las personas es crear. Hacer amigos –¡esto, también es creación, como lo es forjar personas capaces! ¡La alegría de la creación! ¡Este es el clamor triunfal de la vida misma!
El historiador alemán Johan Huizinga se refiere al ser humano como “Homo Ludens” –el que juega- y sugiere que la cultura nace del juego.
Evadir una condición en la que se está atado a una búsqueda de cosas materiales y crear algo libremente: esto es cultura. Esto es lo que significa ser humano.
Las palabras que sugieren juego o disfrute aparecen en muchas partes del Sutra del Loto.
Dice, por ejemplo, “Pasear (divertirse) sin temor como el rey león”.
Y, “Subir a los carruajes enjoyados, conducir en todas direcciones, deleitándose y entreteniéndose”.
Asimismo, “día y noche por innumerables kalpas para encontrar constante deleite".
Existe en el sutra un personaje llamado Bodhisattva Mundo del León Juguetón.
Y el sutra habla del “pasatiempo realizado con los poderes trascendentales de El Que Así Llega”, así como se refiere al mundo como un lugar “donde los seres vivos disfrutan en paz”. El sutra también se refiere a un bodhisattva que “disfruta saliendo de la tierra, liberando a la gente de su sufrimiento”.
De entre todos los mundos que llenan este vasto universo, hemos elegido y venido a esta Tierra para crear felicidad. De manera que cuando el sufrimiento se acerca, remontémoslo como un corredor de tabla sobre una ola y ¡disfrutemos superándolo!
Cuando nuestra energía vital es fuerte, este mundo se convierte en un lugar para “disfrutar en paz”. Podemos extraer este poder del “mar esmeralda” que existe en nuestros corazones. El nombre Waikiki significa “manantial agitado”.
Cuando hacemos que emerja la fuerza vital, que se agite el manantial, ese momento y ese lugar se convierten en un paraíso –¡un jardín de gozo!
¡No presten atención a los asuntos triviales!
¡No se conviertan en héroes trágicos!
¡Superen el pesar en su corazón!
¡Es con este propósito que hemos nacido!
¡Disfruten!
Daisaku Ikeda
Noveno de una serie
Traducido de la edición del 4 de febrero de 2000, con permiso del World Tribune de la SGI-USA.
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