l'Humanité, (30-IV-2010) La richesse dévorante des riches
Traducido por Hasardevi
La acumulación por algunos de una parte importante de la riqueza mundial no puede justificarse más, ¡los ricos son demasiado ricos!
Diez millones de personas (es decir 0.15% de la población del planeta) poseen 25% de la riqueza mundial y 5% de la riqueza mundial es detentada por 100,000 personas, es decir ¡0.00015% de la población total del mundo!
Así, 10 millones de personas son 220 veces más ricas que la media mundial y 100,000 son 35,000 veces más ricos.
Esta situación se va agravando. La parte de los salarios en el producto interior bruto francés ha disminuido 9,3% entre 1983 y 2006. Lo que significa que mientras el segmento de los salarios pasaba de 70 a 60.7% del PIB, el del capital pasaba de 30% a 39.3%. En otras palabras, los dividendos aumentaron en un 33% mientras los salarios disminuyeron un 15%.
Ya no se trata de la acumulación del capital, sino de una “burbuja de riqueza” producida en uno o dos decenios por el juego del mercado. Esta concentración no puede sino mantenerse y acelerarse hasta que tenga lugar una toma de conciencia de la población, y que los Estados pongan barreras para contener dicha burbuja y además la reduzcan.
burbuja de riqueza y burbuja social
En lugar de esto, nuestro gobierno la abona aún más, empobrece a la clase media y hace más penosa la miseria de los pobres. Innecesario mencionar el escudo fiscal de los ricos y la innumerable supresión de puestos de trabajo o de asignación de los mismos...
No solamente los ricos viven entre ellos « en una burbuja social », sino que su riqueza es también una “burbuja” que forma una economía paralela, cerrada sobre sí misma, a salvo de los riesgos del mundo real que saquean con impunidad.
Es un sistema depredador: una gran parte de esta riqueza es dilapidada, perdida, quemada.
El ejemplo más visible está en los precios extravagantes del mercado de los artículos. Reducir esta “burbuja de riqueza” es una de las condiciones necesarias (pero no suficiente) para lidiar con la crisis financiera actual.
Un banquero parisino, que prefiere el anonimato, estima que desde la crisis, « Los ricos que hicieron inversiones han perdido, ciertamente, un poco de dinero a causa de la crisis, pero siguen siendo bastante ricos. Ahora, algunos de ellos siguen invirtiendo, pero en los sectores más seguros. Y por otro lado, están también los ricos extravagantes que compran máquinas de lavar a más de seis mil euros y que no saben siquiera que esta suma representa el salario de seis meses de trabajo de buen número de personas y no sólo en Francia… »
El Reingreso de inversión[1] que se podría obtener de las cantidades retiradas en esta "burbuja » es infinitamente superior a lo que producen en la industria del lujo, el mercado del arte, bienes inmuebles y otros servicios propios de esta categoría social. Por consiguiente, urge reventar esta
« burbuja de riqueza» para reingresar esas sumas en la economía, y así apoyar el crecimiento mundial y reducir la pobreza de las masas.
[1] (Retour sur investissement RSI) El reingreso de la inversión o rentabilidad del capital invertido llamado también rendimiento, o tasa de rendimiento o tasa de utilidad, designa el “índice financiero” que permite medir la salud financiera de la empresa comparándola de un año al otro y con otras empresas, con relación a la suma inicialmente invertida.
El 6 de mayo de 2010, en La Jornada, Octavio Rodríguez Araujo dice con respecto a lo que ocurre en nuestro país, lo siguiente:
En el campo las cosas no han estado mejor. La sequía y la disminución de créditos han depauperado a millones de mexicanos y nuestros productos agrícolas no han fluido con igual intensidad, dada la situación económica del vecino norteño y la disminución del poder adquisitivo de los mexicanos.
La actividad económica de México, sobre todo en el rubro del comercio establecido (que paga impuestos), también se ha visto afectada por la inseguridad y por el crecimiento de la economía informal (que evade impuestos), tanto en giros legales como ilegales (contrabando, por ejemplo). La guerra contra el crimen organizado ha cobrado más de 22 mil vidas y no se le ve salida a corto y mediano plazos. Del respeto a los derechos humanos, de la formación de grupos paramilitares, de la muerte de periodistas, de leyes restrictivas que invaden o tratan de invadir la esfera de lo privado, y más, mejor ya no hablamos: nunca, en los últimos 70 años, hemos estado peor que ahora, salvo el pequeñísimo porcentaje de empresarios que hace 40 años no habían soñado con tener las riquezas que tienen.
Bien señaló Pablo González Casanova (2/05/10) que “es ingenuo pensar que el capitalismo respetará la democracia y la soberanía de los países más o menos subdesarrollados y las democracias; que acabará con el analfabetismo y la miseria, las pandemias y las epidemias, las hambrunas y los pueblos hambrientos, los enfermos sin médicos y sin medicinas, los jóvenes sin empleos y sin escuelas, las familias sin techos, sin servicios y sin basura”. Semejante apreciación es la de Michael Moore refiriéndose a Estados Unidos en su documental Capitalism: a love story (2009), en el que demuestra que el sistema en su país, el más poderoso del mundo, tampoco tiene salidas para las mayorías de su población, todo lo contrario.(...)
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