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« Por una moneda común mundial »

l'Humanité, 7 abril 2009

Paul Boccara, economista marxista, es autor de Transformations et crise du capitalisme mondialisé. Quelle alternative ? Un libro sobre las transformaciones y la crisis del capitalismo mundializado. En el mismo, vuelve a hacer referencia a los retos de una construcción monetaria alternativa.

En el G20, va a hablarse de la reactivación del crecimiento y la regulación del sistema financiero. Tras estos dos problemas, se plantea el tema del dólar. Además, va a tratarse la función del Fondo Monetario Internacional (FMI). Tras la reactivación, se halla la financiación de la misma. Además de la financiación pública, la Reserva Federal de Estados Unidos ha decidido comprar masivamente bonos del Tesoro en aras de la reactivación. De ahí el grave riesgo de inflación del dólar. En lo que respecta a Europa, los gobiernos no quieren aumentar sus planes de reactivación, en particular para que el euro no baje con relación al dólar. Y la regulación del sistema afecta de manera principal a fondos y operaciones en dólares. Frente a la insuficiencia del G20, cualquier alternativa conduce a la propuesta de una moneda mundial diferente al dólar.

Respecto al FMI, se desea que éste aumente su apoyo a los Estados con dificultades con mayores medios. Japón y la UE ya han anunciado una contribución de 100 millardos de dólares respectivamente. Más allá de un aumento limitado, se plantea la cuestión de una moneda común mundial para crear moneda a partir de los derechos especiales de giro (DEG) del FMI (derechos de obtener divisas de otros países dados a un banco central sin contrapartida, concedidos desde el comienzo de los años 1970).

Frente al grave riesgo de inflación del dólar y habida cuenta que el circuito financiero mundial se basa en dicha moneda, se plantea la importante propuesta del gobernador del Banco Central de China del 23 de marzo : crear una moneda internacional diferente al dólar sobre la base de un paquete de divisas como el de los derechos especiales de giro del FMI, cuya composición se ampliaría. Con 2.000 millardos de reservas de dólares, la mitad de los mismos en bonos del Tesoro de Estados Unidos, China teme por su valor y posee un medio de presión.

Esta propuesta converge con otras análogas, entre las mismas la que yo propongo desde hace veinticinco caños, explicada en mi libro acerca de la crisis de 2008. Un comité de expertos de Naciones Unidas acaba de proponer por su parte reemplazar el dólar como moneda de reserva por una canasta de divisas. Otros, como Rusia, han evocado este tema pero sin hacer esta propuesta para el G20.

Estados Unidos ha respondido de manera inmediata. Timothy Geithner, Secretario del Tesoro, se declara dispuesto a debatir un uso incrementado de los DEG. Pero tanto en su declaración como en la de Obama, está fuera de lugar que la moneda de reserva deje de ser el dólar. No obstante, la propuesta se ha lanzado.

China propone una moneda internacional de reserva a partir de DEG ampliados. En mi propuesta, existe este aspecto común de los DEG. Por el momento, la diferencia es que se habla sólo de moneda de reserva. Esto concierne a las reservas de los bancos centrales, al lugar del dólar para garantizar la emisión monetaria y las relaciones internacionales. En mi opinión, una auténtica moneda común mundial debe poseer la totalidad de las funciones monetarias.

Dicha moneda deber permitir la creación monetaria de un FMI radicalmente democratizado, en particular para refinanciar los bancos centrales. En mis propuestas, compartidas por los economistas comunistas y adoptadas por el Partido Comunista Francés, existe igualmente la idea de otros criterios de uso de la moneda. Se trata de una cuestión decisiva. Con relación a los créditos bancarios, gracias a una « refinanciación » de los bancos por parte de los bancos centrales (como el BCE) y el FMI, los tipos de interés han bajado hasta un 0% o incluso a tipos negativos (reducción de los reembolsos), para las inversiones reales (no financieras), y aún más reducidos cuando se crea empleo y formación. Otra moneda común puede igualmente financiar los servicios públicos y los bienes comunes de la humanidad. El reto es que la creación monetaria mundial sirva para un codesarrollo que favorezca a los seres humanos y no a los capitales, para otra civilización de toda la humanidad.

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