Resumen y traducción por
Hasardevi
18 Septiembre, 2012
Información de
Libération,
Le Monde y
New York Times
"Estamos aquí para protestar contra la avidez de Wall Street",
declaró Bill Dodds, portavoz de los Occupy, quien lamenta que nada ha
cambiado en el último año. Según él, la policía arrestó a unos cincuenta
manifestantes entre viernes y sábado, cifra que la policía no ha
confirmado. Otro vocero de Occupy, Mark Bray, se felicita del efecto de
la manifestación: "Perturbamos al vecindario y enviamos el mensaje de
que los banqueros de WS no pueden ir a trabajar en la mañana sin
reflexionar en lo que hacen sus instituciones al país".
Centenas de personas han acampado durante semanas en el parque
Zuccotti, cerca de Wall Street para protestar contra la corrupción, las
instituciones financieras y contra el rescate de los grandes bancos y la
dominación del 1%, los más ricos. Su acción, ha empujado a otras ciudades
americanas y europeas a hacer lo mismo. Un año más tarde, los miembros
de Occupy WS confían en volver a impulsar su movimiento que parece haber
decaído, ya que la policía ha desmantelado la mayor parte de sus
campamentos, en ocasiones de manera violenta como en el parque Zuccotti
en noviembre.
El New York Times habla de 185 arrestos durante la "celebración" de un año de ocupar Wall Street.
El ensayista estadounidense Todd Gitlin, dice en entrevista que, si el
movimiento nacido en Nueva York hace un año quiere sobrevivir, debe
abrirse a nuevos círculos.
Todd Gitlin (en la foto) es un maestro de sociología y periodismo en la
Universidad de Columbia, él mismo fue activista en los años 60 y acaba
de publicar un libro: Occupy Nation: the Roots, the Spirit, and the Promise of Occupy Wall Street (Ocupar la Nación: Las raíces, el espíritu y la promesa de Ocupar Wall Street).
A
la pregunta de si a un año de OWS se puede decir que fue un éxito,
Gitlin responde que sí, pero que al mismo tiempo, dice que hoy es un movimiento en
crisis. Ha tenido éxito porque condujo a un cambio en la cultura
política y su retórica se popularizó, las fórmulas como "los 99%" con
relación al "1%" de ultra privilegiados, por ejemplo, la idea de que la
sociedad es dominada por una plutocracia que se apropia de la riqueza en
detrimento de las mayorías, son temas que han encontrado resonancia.
Dicho
movimiento, también ha tenido algunas victorias concretas en sus
localidades p. ej. la anulación de decisiones de embargos inmobiliarios.
También se puede hablar de su impacto en la campaña presidencial ya que
condujo a Newt Gingrich a presentar a Mitt Romney como un arquetipo de
la depredación capitalista, lo que no le ayudó en nada a él y menos a
Romney, en cambio sí a la campaña de Barack Obama, quien enarbola un
programa económico más bien progresista pero que Occupy ha acelerado y
obligado a ampliar.
¿Occupy en crisis?
No
obstante sus logros, dice el sociólogo, la crisis del movimiento
estriba en que se limita a algunas decenas de miles de personas. Gente
joven en su mayoría muy autorizada, a menudo provenientes del medio
artístico y que tienen dificultad para explotar sus talentos en la
sociedad actual. Pero han llegado a un límite numérico. Ahora lo difícil
para el movimiento es ampliarse, enlazarse con otros. Aunque realmente
el núcleo del movimiento no está muy interesado en ello; lo que les
anima más bien es la identidad del propio movimiento, el hecho mismo de
existir, más que una estrategia de resultados. Aun conservando esos
fundamentos, Occupy debe renovarse si quiere sobrevivir.
La
primera fase del movimiento, la de las ocupaciones, los campamentos,
las manifestaciones, ha cumplido su ciclo. Es tiempo de pasar a una
segunda fase, la que yo, dice Todd Gitlin, llamaría Occupy 2.0, más
orientada a demandas concretas y hacia la elaboración de estrategias
ventajosas. Esto requiere la participación -junto con esos activistas de
tiempo completo que forman la base del movimiento- de nuevos
integrantes capaces de organizarse de otra manera, según sus propias
estructuras. Personas capaces de llevar sus ideas ante los candidatos,
los lobbys. Muchos de los grupos que podrían ser los nuevos actores que
el movimiento necesita, afirma el profesor de la Universidad de
Columbia, están en este momento comprometidos en la campaña electoral,
habrá que esperar a las elecciones para ver cuáles serán las decisiones
que se tomen en todo caso.
¿Alguna novedad en Occupy, con relación a movimientos sociales precedentes?
Primero,
su popularidad inmediata. Occupy recibió un amplio
apoyo rápidamente, además de simpatía por parte de la población. El movimiento ha podido
contar con esta amplia base popular, lo que no fue el caso, al
principio, de movimientos como el de los derechos cívicos o contra la
guerra de Vietnam.
La
estructura misma del movimiento no es tan nueva, es una extensión del
repertorio común constituido por los movimientos de estos últimos
cuarenta años: el recelo en relación con las organizaciones exteriores,
el rechazo al liderazgo, la horizontalidad, la democracia directa...
todo estaba ya ahí, pero Occupy es el formidable catalizador. La otra
novedad, es el uso de Internet como generador de un apetito por la
acción y la reunión real sobre el terreno de ésta. Occupy es la
convergencia entre la modernidad de las redes sociales y una cierta
nostalgia por el "frente a frente", un cierto vivir en conjunto la
acción cotidianamente.
¿Cuáles son las debilidades del movimiento?
Lo
radical de su núcleo, responde el sociólogo y añade, su componente anarquista, su desconfianza respecto de la acción política en el
sentido convencional del término, dejan poco margen a aquellos que no
pertenecen a este círculo reducido. Esto limita la extensión del
movimiento, que corre el riesgo de encasillarse en la acción de sólo
algunos cuantos.
Usted escribió que Occupy se inscribe en primer lugar sobre el terreno moral...
Desde
el comienzo, Occupy se construyó sobre la crítica de las consecuencias
de la mala gestión de nuestro sistema financiero, del que algunos se han
beneficiado con toda impunidad. El movimiento ha conseguido apuntar a
esta pequeña minoría de ultra privilegiados como los responsables de la
degradación del bien común de todos. Más allá de la cuestión netamente
económica, se trata desde luego de un escándalo moral, al cual Occupy
responde con una crítica moral. Occupy considera que una mala asignación
de recursos es una violación del contrato social. En este sentido, este
movimiento es un intento de una renovación moral. Esto no es realmente
nuevo, pero es la primera vez, desde los años treinta, que la cuestión
de las relaciones de clase en los Estados Unidos son tema central, a la
izquierda.
0 comentarios:
Publicar un comentario