Translated mercredi 23 décembre 2009, par
Porfirio Lobo ha sido oficialmente nombrado nuevo « presidente electo », tras las elecciones del 29 de noviembre, en las que una gran parte de la Comunidad Internacional no ha reconocido el resultado.
42 asesinatos, 120 desapariciones, 4.000 detenciones arbitrarias… los Derechos Humanos son brutalmente violados desde el golpe del 28 de junio. Analista reputado de la vida política hondureña, Julio Navarro considera que el régimen de facto no tiene otra opción que dialogar con la Resistencia.
Julio Navarro es sociólogo en la Universidad pedagógica Francisco Morazán de Honduras
¿Comparte usted la idea difundida por algunos medios, según la cual las elecciones del 29 de noviembre habrían puesto fin a la crisis política hondureña ?
Julio Navarro. Los autores del golpe de Estado creyeron que unas elecciones arreglarían la crisis ya que el movimiento de resistencia ha sido masivo. ¿Si no quién puede creerse que habrían ejecutado el golpe sólo para permanecer en el poder seis meses ? Pero el gobierno de Porfirio “Pepe” Lobo, elegido por el 33% de la población, tiene un problema de legitimidad. Deberá privilegiar el diálogo con las fuerzas que representan la Resistencia.
Por el momento, los gestos de « Pepe » Lobo se alejan de esta perspectiva…
Julio Navarro. Porfirio Lobo no actúa en esa dirección porque cree, que con el tiempo, la Comunidad Internacional aceptará la situación. Yo creo que se engaña. Se encuentra en una postura tanto más complicada en cuanto que su formación, el Partido Nacional, tiene desde luego la mayoría absoluta en el Congreso, pero éste está controlado por unos 100 diputados (de 128) que constituyen el bloque golpista parlamentario.
¿Cuáles son los escollos a los que se enfrenta la sociedad hondureña ?
Julio Navarro. La ruptura del orden constitucional el 28 de junio y la Asamblea constituyente. Si se miran los antecedentes de este país, en 1924, en 1956, en 1965 y en 1982, cuatro golpes de Estado han conducido a una Asamblea constituyente. Pero esta vez será, quizá, una excepción. El bloque constituido por los liberales, los nacionalistas, el demócrata cristianos, y los socialdemócratas se opone a este proceso. En cambio, hay que señalar a otros sectores de la sociedad. Los militares, por ejemplo, son favorables a una Asamblea constituyente para renegociar su estatus. La Patronal tiene igualmente necesidad de redefinir el reparto de riquezas y el papel del Estado. La Iglesia hondureña, ligada al Opus, está también, concernida porque desea conservar el control de la planificación familiar. El golpe de Estado pone en evidencia las concepciones antagónicas de la sociedad.
¿Y en lo que se refiere a las desigualdades sociales ?
Julio Navarro. Las desigualdades sociales, en realidad, nunca han sacado a la calle a miles de personas para reclamar un mejor reparto de las riquezas económicas. De ahí la importancia de la Resistencia, que adelanta la idea de una refundación del Estado para transformar las estructuras del país y su economía.
¿Honduras, ha sido un laboratorio de una nueva forma de desestabilización ?
Julio Navarro. A pesar de las decisiones de la Organización de Estados Americanos (OEA) y de la ONU, los militares nunca se han sentido en peligro porque tenían el aval del Pentágono. Podemos hablar de laboratorio en el sentido en el que ha sido testada la reacción popular. El mejor lugar para hacerlo era Honduras porque este país parte del a priori cultural según el cual la opinión pública no tiene tradición de estar alerta. Ahora bien, si el pueblo hondureño ha desmentido este prejuicio, imaginad en otros sitios… No creo, sin embargo, en un efecto dominó, especialmente en América del Sur donde los gobiernos han tomado la delantera, separando a las viejas generaciones de militares. En cambio, hay que estar atento a las relaciones entre sectores militares y económicos. El día en el que se conecten de nuevo, como en Honduras, donde el sector privado ha financiado el golpe de Estado, entonces donde se dé, habrá peligro. Suceda lo que suceda, los acontecimientos de Honduras deben servir de lección a los presidentes de la región. Cuestionan la existencia de la OEA ya que sus decisiones no son efectivas. Finalmente, los Estados Unidos dejan tras ellos una imagen dañada y dolorosa de sus acciones.
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