Elena Poniatowska puso el acento en temas de crucial importancia como la cultura y la educación para transformar al país. Aquí algunos de sus pensamientos expresados el 25 de julio de 2010.
Nada más ligado a la cultura que los sentimientos comunitarios, el amor que nos tenemos unos a otros, el amor a los niños, a los ancianos, a los animales. Educar es hacer aflorar en la mente y en el corazón lo más digno, valioso y crítico que hay en la persona. La educación es la que forja la realidad política, económica y ética de cada sociedad. La cultura es identidad y es cohesión.
La cultura en los países europeos es un instrumento de defensa nacional integrada a la vida cotidiana, la influencia más definitiva en su desarrollo humano. En América Latina, México lo tiene todo para identificarse con la palabra cultura, porque nuestro pasado indígena asombra al mundo entero y nuestra cultura independiente puede exportar bienes culturales a todos los países.
Nuestra resistencia está en las personas que crean, los hombres y las mujeres de ciencia, las artesanas y los alfareros mexicanos que de la nada hacen surgir una olla de barro negro oaxaqueño, un tejido chiapaneco, un bordado huichol, una tortuga de Toledo.
La cultura lleva necesariamente a la democracia porque la creatividad hace al hombre libre y sobre todo más crítico. El disfrute de la cultura en todas sus manifestaciones también es un instrumento no sólo de respeto por uno mismo, sino de liberación. La Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y otras universidades públicas han formado a profesionistas que nos honran. Con sus aportes, construyen el tejido social de México y fomentan la integración de los ciento cinco millones de mexicanos que somos.
La creatividad de los mexicanos es materia prima para el engrandecimiento de México. La marcha silenciosa y el mitin del desafuero del 24 de abril de 2005 del político que ha demostrado tener más base social en México, Andrés Manuel López Obrador, fue una muestra de creatividad sin precedentes y surgió de uno de los barrios más pobres donde las escuelas de artes y y oficios como el Faro de Oriente han dado resultados óptimos.
Imposible hablar de democracia mientras no se incluya a los mexicanos más pobres. Imposible hablar de identidad mientras se excluya a los diez millones de indígenas. Imposible seguir adelante sin integrar a las mujeres que hasta la fecha somos las grandes olvidadas de la historia. Allí están las 400 asesinadas de Ciudad Juárez para comprobarlo. Imposible olvidar a las minorías con opciones sexuales distintas. Así como el presidente Lázaro Cárdenas se ocupó de los de abajo, un presidente que se ocupara de las mujeres, transformaría al país.
Los que tienen que dar ejemplo de austeridad son los que están en el poder. Si los funcionarios mandaran a sus hijos a escuelas públicas éstas mejorarían junto con la educación que se imparte, si tomaran el metro y el autobús, éstos serían más eficaces, más limpios y más seguros, si los poderosos se atendieran en las clínicas del IMSS y del ISSSTE la atención sería de primera. Subir los salarios mínimos, sería dignificante para todos.
Si se elevara el nivel educativo de los mexicanos, nuestro país sería más democrático, más solidario, más tolerante y más culto porque la educación incluye a todos: maestros, alumnos, padres de familia, sociedad y gobierno.
Un pueblo educado tiene más elementos para condenar los actos de impunidad y de corrupción de sus gobernantes y no cae en la adulación o el servilismo. Una educación laica y gratuita crea ciudadanos críticos que no tienen miedo de expresarse.
Perder el camino es perder nuestra oportunidad de un cambio verdadero. México tiene todo para construir su identidad sobre la cultura, es decir, el disfrute de su patrimonio y el fomento de su creatividad. México, estado cultural, México, nación de cultura, México, sociedad de conocimiento, México (como lo fue Grecia) patrimonio cultural de la humanidad. Fascinante y conmovedora ha sido nuestra resistencia.
En los años que vienen, la cultura podría salvarnos al convertirse en el objetivo de todas las clases sociales, una cultura que hiciera renacer la confianza en nosotros mismos. La filosofía nahuatl nos dijo que éramos los cimientos del cielo y los antiguos mexicanos nos llamaron el pueblo del sol. Bajo ése sol y ése cielo se levanta nuestra esperanza.
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