La crisis social toma una amplitud desconocida desde el fin de la segunda guerra mundial. Es violenta, brutal con el mundo del trabajo, de la creación, de la juventud lo mismo que con los jubilados. Los grupos capitalistas y los más afortunados, son tratados con mucha indulgencia. Los beneficios de las empresas que cotizan en Bolsa están al mismo nivel record que los años precedentes y los dividendos pagados a sus accionistas multimillonarios no disminuyen. El numero de sujetos al impuesto sobre grandes fortunas ha aumentado, pero, gracias a los límites y a las exenciones fiscales, ven sus impuestos disminuir. La crisis no es igual para todo el mundo. Ésta es la feroz ley del capitalismo.
Olas de despidos sin precedentes se abaten como un tsunami social, expulsan a miles de personas a la calle, en Francia y en todo el mundo. Las grandes sociedades multinacionales, que ayer nos habían presentado como iconos del capitalismo globalizado, cuyo pensamiento único pretendía hacernos creer que nos hacían avanzar cada día un poco más hacia un radiante futuro, decapitan el empleo, desvalorizan el trabajo, trituran a las familias. ¡De hecho, es la inhumanidad en marcha !
Este mismo sistema ha bajado considerablemente el “coste del trabajo” al exonerar a las empresas de 260 mil millones de euros desde 1990. Grandes multinacionales tales como Anglo-Americana despiden 19 000 personas, Carterpillar 22 000, General Motors 100 000, AOL 2000, Alcaltel-Lucent 4000, en Francia, la FNAC y Conforama prevén 1200. Planes semejantes son puestos en práctica en el sector del automóvil, los bancos, la construcción, y el mismo Estado prevé 30 000 supresiones de empleos en los servicios públicos.
Las previsiones de la Oficina Internacional del Trabajo dan vértigo y solo pueden sumergirnos en una profunda angustia : cerca de 50 millones de parados más son anunciados de aquí a fin de año. El número de trabajadores pobres podría alcanzar 1400 millones. Eso equivale al 45% de la población mundial.
¡Bien entendido ! Nosotros diferenciamos claramente entre el gran grupo multinacional que tiene enormes beneficios y distribuye una parte de ellos, en forma de dividendos, a los accionistas, y las pequeñas y medianas empresas, el artesano o el comerciante. Lo mismo que los asalariados, los segundos son víctimas de los primeros, que hacen subcontratas, exprimiendo los precios de compra. Lo que conduce al mismo tiempo a comprimir los niveles de los salarios obreros. Las pequeñas empresas y los artesanos no exportan capitales no especulan. Son víctimas del sistema. No tienen ningún interés en esta ley de la jungla del capitalismo globalizado. Las empresas subcontratadas, son también ahogadas por el escandaloso racionamiento del crédito, que llega hoy a poner en dificultades su tesorería. Son igualmente víctimas del insuficiente poder de compra de las familias, que limita sus ventas.
Al mismo tiempo, las relaciones entre las grandes firmas y empresas subcontratadas deben ser totalmente replanteadas en beneficio de las segundas. Para ser justo y eficaz, el acceso al dinero del crédito debe hacerse desde un polo público bancario y la nacionalización de nuevos bancos, en lugar de las nuevas concentraciones bancarias capitalistas a las que asistimos. La acción unitaria que ha comenzado a desarrollarse debe exigir un cese de la actual máquina infernal que destruye hombres, economías, territorios.
En primer lugar, los comités de empresa deben disponer de un derecho de veto sobre todos los planes de despidos. Este bloqueo debería ser el medio para examinar desde otro punto de vista la situación económica de las empresas. Mesas redondas departamentales y regionales, con los sindicatos, los cargos electos, los responsables de empresas y los bancos, deberían reunirse para examinar los medios que eviten las reducciones de empleos. Deberían para ello crearse fondos regionales públicos para el empleo, la investigación y la formación, dotados por los créditos abiertos por el Estado para algunos sectores, pero también con las sumas que sirven hoy para las exoneraciones indebidas de las cotizaciones sociales patronales. Estos fondos servirían de palanca, junto con los bancos, para otorgar créditos a tasas más decrecientes a las empresas que participasen en el mantenimiento del empleo, en la formación, en la revalorización del trabajo.
Tal orientación debería estar conectada con una reorientación radical de la misión del Banco Central Europeo que, él también, debería ayudar al empleo, a la investigación, a la formación, al desarrollo de infraestructuras europeas, útiles a las poblaciones, a la vivienda o el transporte e incitar al desarrollo de las capacidades humanas. En definitiva, nosotros proponemos volver la espalda al ultraliberalismo en Francia y en Europa. En lugar de distribuir 314 mil millones de euros en dividendos y cargas financieras, como fue el caso el año pasado, planteamos volver este dinero útil, eficaz e inteligente. Que sirva al bien del ser humano, al empleo, a los salarios, a la formación. Es un acto anticrisis.
1 comentarios:
Los numeros que se dan, son espantosos, la sola idea de que sea el 45% de desempleados en el mundo es tenebrosa y terrible, todos los gurus y aquellos que defendían el neoliberalismo han mostrado que mentían y que en realidad no sabían de que hablaban (que máxima perversión puede haber?), entonces porque creer que apoyar a las organizaciones comerciales nos evitará este desplome, se necesitan otras opciones.
Esto me conduce a pensar que aferrarse a nuestras convicciones y creencias para no dejar que nos ven la cara, pero seguir cuestionando todo y a todos debe ser nuestra actitud diaria. Solo el reconocer la humanidad entre nosotros nos podrá ayudar.
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