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La guerra de cárteles mexicanos cruza la frontera de los Estados Unidos

Nicolas Bourcier –(Traducido de Le Monde, 24 de Marzo 2009, por Hasardevi)

“Ya no vamos ahí." de entrada, la orden de Ramón Bracamontes toma matices de advertencia. Las palabras muy elocuentes, el tono tranquilo de este periodista tejano de El Paso, investigador reconocido, y habitualmente sonriente, muestran el grado de preocupación que priva de este lado de la frontera.

Evocar a México y la ciudad de enfrente, Ciudad Juárez, situada justo al otro lado del Río Grande y de su “cortina de hierro”, es tomar el riesgo de sufrir una verborrea interminable de crímenes y de horrores ligados a la guerra de los narcotraficantes y de sus sicarios. “Yo mismo tengo miedo, insiste él. Las autoridades americanas en México me afirmaron que ya no pueden asegurar la protección de los residentes de los Estados Unidos. Y de este lado, presenciamos cada día un poco más el desbordamiento de esta violencia.”

De ahí la importancia de la primera visita, prevista para el miércoles 25 y el jueves 26 de marzo, de la Secretaria de Estado Hillary Clinton a México. Su visita tiene qué ver con la lucha contra la droga.

Más de 800 policías y militares han sido asesinados ahí desde diciembre de 2006. Unas 6,000 muertes han sido censadas el año pasado (el doble que en 2007). Antes de Navidad, las autoridades descubrieron en el pequeño poblado de Chilpancingo, envueltas en sacos de plástico, ocho cabezas de soldados además de otras tres dentro de una heladera en Ciudad Juárez en Enero. Algunos días más tarde, fue el turno del responsable de la policía local para dimitir bajo la presión de los carteles de la droga. El alcalde de la ciudad fronteriza, ha terminado por instalarse con su familia, enfrente, en El Paso.

Ya en Diciembre de 2006, en el momento de su elección, el presidente mexicano Felipe Calderón, había admitido que “el crimen organizado había pasado a estar fuera de control”. Desde entonces, el Jefe del Estado, conservador y partidario de una estrategia enérgica contra el crimen organizado, ha desplegado en el territorio 45 000 soldados contra las bandas de narcotraficantes, de las cuales cerca de 5.000, encapuchados de negro y fuertemente armados son únicamente para Ciudad Juárez.
Los arrestos se han multiplicado, a menudo de manera arbitraria, según las organizaciones de defensa de los derechos humanos. Los ajustes de cuentas dentro de las cárceles han alcanzado nuevos topes. Al igual que los ataques contra los domicilios, las extorsiones, las incautaciones de cocaína, las tomas de rehenes y los asesinatos con más de 1.100 homicidios únicamente para las primeras ocho semanas del año.

Las autoridades mexicanas aseguran que el poder central está ganando. De creerles, la explosión de violencia sería, paradójicamente el fruto de los esfuerzos del Estado para desorganizar el tráfico de droga. En noviembre de 2008, Noé Ramírez, el fiscal a cargo de la unidad especializada en el crimen organizado, ¿no ha sido acusado por haber proporcionado información al cártel de Sinaloa a cambio de medio millón de dólares al mes?

Para Washington, el esfuerzo es insuficiente. Hace algunas semanas, un documento del Pentágono que se hizo público, concluía que dos grandes países podían conocer un hundimiento rápido del Estado: Pakistán y, concretamente, el vecino mexicano. Un dictamen rechazado firmemente por México, pero alimentado por muchas voces. Mccaffrey, general jubilado y el "Sr. Droga" de Bill Clinton, afirma que los Estados Unidos no pueden permitirse tener "un Narco-Estado a sus puertas", y añadió que "los peligros y los crecientes problemas de México amenazan la seguridad nacional de nuestro país".

Actualmente, Arizona sufre de un alza alarmante de criminalidad. Según diferentes fuentes, el Estado fronterizo se ha convertido en el principal centro norteamericano de la inmigración ilegal y del narcotráfico. Además, en el conjunto del territorio, los cárteles mexicanos controlarían la mayoría del mercado, según un informe del Centro Nacional de inteligencia de drogas. Relacionados con las bandas norteamericanas, habrían podido establecerse en 230 ciudades de los Estados Unidos.

En este contexto, el General Víctor Renuart, el jefe del Mando de la zona de América del Norte, explicó, en una audiencia en el Senado, el 17 de marzo, que Washington proyectaba enviar más tropas o agentes especializados a la frontera. Según él, todos los componentes de las fuerzas del orden y el ejército serán probablemente afectados en este combate sin que, no obstante, diera una estimación cuantitativa de las necesidades.

Dos semanas antes, Rick Perry, el gobernador republicano de Texas, había exigido el envío de 1,000 hombres más. “No me importa si se trata de militares, guardias nacionales o agentes de la aduana, espetó. Estamos muy preocupados por el hecho de que el gobierno federal no se ocupa de la seguridad en la frontera de manera adecuada.”

Un equipo formado de representantes de varias agencias gubernamentales se reunió la semana pasada para apoyar a México. Una iniciativa que es continuación del almuerzo, el 12 de enero en Washington, entre Barak Obama y el Presidente de México. Según el semanario The Economist, citando fuentes mexicanas, el Sr. Calderón habría propuesto una "asociación estratégica" y la instauración rápida de un grupo binacional de expertos a fin de mejorar la cooperación entre los dos países.

Ante la posibilidad de una nueva militarización de la frontera, el Presidente mexicano exhortó, hace unos días, a Washington para vigilar, por su parte, más estrechamente sus importaciones de armas y su venta a los particulares. El pidió controles más estrictos a la frontera de donde los cárteles reciben su arsenal y millones de dólares en efectivo procedentes de los Estados Unidos.

Según Hillary Clinton, el Presidente norteamericano efectuará a su vez una visita oficial, los días 16 y 17 de abril a México. La primera a América Latina desde su adhesión a la Casa Blanca.

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