Paraísos fiscales : ¿qué se debería hacer ?

Recapitulación

(l'Humanité 31 de marzo 2009)

Los países del G20 se reunirán el 2 de abril en Londres con el objetivo de declarado de tomar medidas contra la crisis. Se alzan voces por todas partes para denunciar los paraísos fiscales. Tras Barack Obama o Ángela Merkel, Nicolás Sarkozy ha declarado querer levantar el secreto bancario y cuestionar a los Estados que encubren el fraude fiscal.

Desde hace unos días, Jean-Claude Juncker, presidente del Eurogrupo, pero también primer ministro luxemburgués, no esconde su alivio : “Nicolás Sarkozy y Ángela Merkel han hecho saber que Francia y Alemania no estarían de acuerdo con la inclusión de Luxemburgo, de Austria o de Bélgica en la lista de paraísos fiscales”. La presidencia checa de la Unión Europea además se ha apresurado a garantizarlo por su parte : “Estoy persuadido que ningún país de la U.E. debería figurar en ninguna lista” ha precisado el ministro checo de Finanzas.

Al mismo tiempo, las autoridades suizas se han movido seriamente para que su país no sea incluido en la lista. Algunas promesas de levantamiento parcial, y en casos limitados, del secreto bancario parecen haber bastado para alejar las amenazas de sanción. Por otra parte, algunos observadores no han dejado de subrayar que Nicolás Sarkozy, en sus vigorosas diatribas contra los paraísos fiscales, ha evitado cuidadosamente abordar el caso de Mónaco y de Andorra, sitios donde Francia está directamente implicada. Sin hablar de San Bartolomé o San Martín en las Antillas… Ha omitido nombrar también a las empresas del CAC-40 que, todas sin excepción, poseen filiales “offshore”, al igual que los principales bancos franceses, de BNP Paribas a la Societé générale, los mismas a cuyo socorro acaba de acudir el Estado, tan generosamente.

¿Entonces, el G-20 será al final “el parto de los montes” ? ¿Los paraísos fiscales no son inherentes al sistema capitalista ? ¿Se puede enfrentarse verdaderamente a ellos sin cuestionar el sistema mismo ? ¿Toda esta agitación es pura hipocresía o, al contrario, supone los primeros pasos de una nueva regulación del sistema financiero internacional ? ¿En beneficio de quién ? ¿Frente a la crisis no es urgente que los ciudadanos se impliquen en los asuntos de n la utilización y circulación del dinero ? Tantas preguntas a las que las intervenciones en estas páginas (L´Humanité des debats) aportan respuestas y puntos de vistas muy diferentes.