La precariedad cotidiana"La cifra de abajo... ¿es mi salario o el número de la página?"Écrit par Adam Charlebois
Traduit par Hasardevi
El salario mínimo en varios países constituye uno de los fundamentos de la democracia social y permite a las personas más humildes poder llevar una vida decente y digna cubriendo sus necesidades primarias y las de su familia. Curiosamente el salario mínimo en México no responde a este criterio y condena al individuo a la precariedad y la pobreza.
Pilar de la democracia social
El período de producción económica espectacular de los países europeos tras la segunda guerra mundial es, generalmente, calificado de Época gloriosa. Esta época además de caracterizarse por una reconstrucción rápida, un desarrollo económico fulgurante y de tazas de crecimiento elevado, es sinónimo de progreso social. En efecto, es durante estos años que los países europeos, en general, adoptan las primeras medidas concretas de ayuda al ciudadano, con el fin de asegurar a cada uno una vida digna. Los mecanismos de prestaciones a las familias, la educación garantizada, la ayuda a la vivienda y el derecho a un salario mínimo son, hoy en día, medidas consideradas como los pilares del modelo de democracia social a la europea. En Francia, la carta del trabajo se adoptó en 1941 y definió la noción de salario mínimo vital y universal para cada ciudadano francés según su zona de residencia. El salario mínimo nacional interprofesional garantizado, el SMIG, se fijó oficialmente en 78 Francos para la región parisina y en 64 Francos para la zona más baja en 1950. En 1970, el SMIC, Salario mínimo interprofesional de crecimiento remplaza al SMIG y se fijó según el índice de los precios y de la inflación.
Pobreza institucionalizada
Irónicamente, México es uno de los primeros países en poner en marcha el concepto de salario mínimo. En efecto, en la constitución de 1917, es decir, la constitución emanada de la Revolución Mexicana, se estipula la creación de un salario mínimo garantizado para, según los términos utilizados, la satisfacción de las necesidades normales de la vida del trabajador, su educación, sus placeres razonables y los de su familia. En 1931, se añade a esta definición básica, que el trabajador debe estar en condiciones de cubrir sus necesidades también durante sus días de descanso. Hoy en día, casi 100 años después de la redacción de la constitución, puede constatarse que el salario mínimo en México no encuadra en lo absoluto con la definición constitucional. En efecto, el salario mínimo diario se divide en tres zonas, cada zona que se supone, tiene un costo de vida diferente.
El salario mínimo actual más elevado es de 59.80 pesos y corresponde a la región de la capital de la República. Este salario mínimo es por día y significa que un trabajador cobra menos de 2000 pesos mensuales. Es muy difícil no darse cuenta de lo ridículo de este salario miserable que parece más simbólico que práctico. ¿Hasta qué punto puede alguien satisfacer sus necesidades básicas y las de su familia con un salario así de miserable en una ciudad como México, que tiene precios muy similares a las demás megalópolis del mundo?
Por consiguiente, parece justo calificar el salario mínimo en México de pobreza institucionalizada.
Necesidad de un cambio profundo
Según varios estudios, la inflación y la reevaluación del peso en México han creado una seria pérdida del poder de compra para el mexicano que gana el salario mínimo. A fin de disponer del mismo poder de compra en 1976, el ciudadano mexicano debería poder llegar en 2011 a un salario mínimo de 208 pesos diariamente. La realidad es que, hoy en día, el salario mínimo permite adquirir alrededor del 30% de la canasta básica, o sea el grupo de productos de base que constituye la unidad de cálculo del índice de inflación. Según las estadísticas publicadas por la OCDE la semana pasada, México -país miembro de la OCDE- tiene la taza más alta de pobreza a pesar del hecho de estar situado en la lista como el país en que se trabaja el mayor número de horas. Durante su conferencia en Acapulco el 8 de abril de 2011, Lula, ex presidente del Brasil, subrayó el fuerte lazo que existe entre la criminalidad y la pobreza en México. La falta de oportunidades reales de mejorar la calidad de vida y el sistema de explotación de las clases más pobres en México, favorecen la consolidación de un país profundamente desigual y oligárquico. Ya es hora de un cambio político profundo para volver sobre la vía social a ese país, que fue otrora tan admirado por su vanguardia.
Adam CHARLEBOIS Mardi 19 avril 2011