By Paul Krugman
Traducido por Hasardevi
Published: January 29, 2012
New York Times
La semana pasada el Instituto Nacional de Investigación Económica y Social, un grupo de expertos británico (think tank), publicó una carta alarmante que compara la depresión actual con recesiones y recuperaciones pasadas. Resulta que en gran medida -según los cambios en el PIB desde que la recesión comenzó- a Gran Bretaña le está yendo peor esta vez que durante la Gran Depresión. En cuatro años de depresión, el PIB británico había recuperado su nivel más alto; cuatro años después de que la Gran Recesión comenzó, Gran Bretaña está muy lejos de recuperar su anterior solidez.
Fred R. Conrad/The New York Times
Gran Bretaña no es la única. A Italia también le está yendo peor que en los años 1930's. Y con España, dirigiéndose a todas luces hacia una recesión de doble caída, ya son tres, de las cinco grandes economías de Europa, las que están en el club de "peor-que". Si, hay algunas salvedades y complicaciones. Pero representan un impresionante fracaso de las políticas.
Y es un fracaso, en particular, de la doctrina de la austeridad que ha dominado la discusión de la élite política tanto en Europa como, en gran medida, en los Estados Unidos por los pasados dos años.
Muy bien, acerca de las salvedades: Por un lado, el desempleo británico fue mucho mayor en los años treinta de lo que lo es actualmente, porque la economía británica estaba en crisis -principalmente gracias a una vuelta poco aconsejable al patrón oro- aún antes de que la Depresión golpeara. Por otro lado, Gran Bretaña tenía una Depresión notablemente leve comparada con la de los Estados Unidos.
Aún así, sobreponerse a los antecedentes de los treinta no debería ser un reto tan difícil. ¿No hemos aprendido mucho acerca del manejo económico en los últimos 80 años? Sí, así es, pero en Gran Bretaña y otras partes, la élite política decidió arrojar por la ventana ese conocimiento tan arduamente ganado, y, en su lugar, se confió en una conveniente ideología de buenos deseos.
La Gran Bretaña en particular, se suponía era un escaparate para la "austeridad expansionista", la noción de que en lugar de incrementar el gasto gubernamental para combatir las recesiones, éste debe ser rebajado en forma drástica y ello conduciría más rápido a un crecimiento económico. Los que argumentan que tratar con nuestro déficit y promover el crecimiento son, de algún modo alternativas, se equivocan, " declaró David Cameron, el primer ministro británico. "No se puede aplazar el primero para promover el segundo."
¿Cómo podía prosperar la economía cuando el desempleo ya estaba muy alto y las políticas del gobierno estaban reduciendo aún más directamente el empleo? ¡Confianza! "Creo firmemente", declaró Jean Claude Trichet -por entonces presidente del Banco Central Europeo y fuerte defensor de la doctrina de la austeridad expansionista- "que en las actuales circunstancias las políticas inspiradoras de confianza promoverán y no obstaculizarán la recuperación económica, porque la confianza es el factor clave hoy en día".
Tales llamados al cuento de la confianza nunca fueron convincentes; investigaciones en el Fondo Monetario Internacional y en otras partes, rápidamente desacreditaron la supuesta evidencia de que recortar los gastos creaba empleos. Incluso gente influyente en ambos lados del Atlántico colmaba de alabanzas a los profetas de la austeridad, especialmente al Sr. Cameron, porque la doctrina de la austeridad expansionista encajaba con su agenda ideológica.
Así, en Octubre de 2010, David Broder, quien corporificaba virtualmente la sabiduría convencional, alabó al Sr. Cameron por su audacia, y especialmente por "dejar de lado las advertencias de economistas de que una repentina medicina severa, podría cortar la escasa recuperación económica británica y devolver a la nación a la recesión." De modo que hizo un llamado al Presidente Obama para que "hiciera como Cameron" y luchara por "una reanudación radical del estado de bienestar".
Sin embargo, por raro que parezca, aquellas advertencias de esos economistas probaron ser exactas. Y realmente fuimos afortunados en que Obama no emulara a Cameron.
Lo cual no quiere decir que todo esté bien con la estrategia estadounidense. Es cierto que el gobierno federal ha evitado por todos los medios la austeridad. Pero los gobiernos estatales y las administraciones locales, que deben controlar más o menos presupuestos equilibrados, han rebajado drásticamente los gastos y el empleo mientras la ayuda federal se agota - y esto ha sido una carga mayor sobre la economía en conjunto. Sin esos recortes de gastos, nosotros ya podríamos estar sobre el camino al crecimiento autónomo; como están las cosas, la recuperación todavía está en juego.
Y podemos inclinarnos en la dirección equivocada por la Europa Continental, en donde las políticas de austeridad están teniendo el mismo efecto que en Gran Bretaña, con muchos signos que apuntan a la recesión este año.
Lo irritante de esta tragedia es que era completamente innecesaria. Hace medio siglo, cualquier economista -o para el caso, cualquier estudiante universitario que haya leído el libro de texto de Paul Samuelson "Economía"- podría habernos dicho que la austeridad frente a la crisis era una muy mala idea. Pero los hacedores de las políticas, los expertos, y siento decirlo, muchos economistas, decidieron en gran parte por razones políticas, olvidar lo que ya sabían. Y millones de trabajadores están pagando el precio por su amnesia voluntaria