Casi cinco siglos después, y tan actual, tan vigente que debería
avergonzar a estos usuarios de los medios, de la tecnología, vivir en tales
burbujas de indolencia.
¿Por qué hoy un puñado de ricos y poderosos se enseñorea en el mundo?
¿Por qué millones de complacientes servidores se empeñan en agachar la cerviz?
El fenómeno de Donald Trump es sencillo de entender a la luz de esta
reflexión de La Boétie. La gente le admira “porque algo ha hecho bien el
sujeto si es tan inmensamente rico” ha dicho uno de sus seguidores
estadounidenses, septuagenario, por cierto. Su gesto permanentemente despectivo
es
indulgentemente obviado por aquellos que, gustosos, se disponen a…
servirle.
Ese “cerdo ignorante” como le llamó Roger Waters, co-fundador de la
estupenda banda Pink Floyd, dijo también que Trump era el “epítome
de todo lo que pueda considerarse mal,” y si bien le divertía hasta cierto
punto, no le parecía divertido que fuera tan popular como es. “El vive bajo la
ilusión de ser admirable de alguna manera”, dijo Waters sobre Trump. Yo
tengo la impresión de que la gente también vive bajo la misma ilusión.
No sólo los que admiran al multimillonario viven bajo esa ilusión.
Me parece que todos quienes en México vitorean, sirven o aun sólo toleran
a los pésimos gobernantes, “servidores” públicos, y demás fauna
institucionalizada, piensan que ellos son de alguna manera admirables… y quizá
ellos, quienes se aprestan a servirles, lo son también por ese mismo hecho.
“Ignorante” dijo el talentoso Waters, y aludió a los medios que replican
lo que al 1% conviene para mantener el control. Ignorancia es sin duda el
mal, pero no solamente, pues se acompaña con esa necesidad de servir al poder,
a los ricos, poderosos, famosos, no importa que hayan logrado todo eso por
los caminos más ruines.
Acaba de pasar el día nacional por antonomasia, la independencia. Y a
casi doscientos años de consumada ésta, resulta que los tiranos se
convierten en héroes y por obra y gracia del peñismo, Porfirio Díaz
deviene uno de los héroes “que nos dieron patria”. Así, un individuo de nombre
Diego Gómez Pickering quien funge como embajador de México en Inglaterra,
grita “¡Viva Porfirio Díaz!” Y la turba presente corea “¡viva!” en la noche del
15 de Septiembre, y -al mejor estilo peñista- no sólo lo hace sino que pretende
esconderlo y en su reporte se omite dicho nombre y se insertan los de
Galeana y Matamoros (según nota
Deplorable la inconsciencia de la turba, deplorable la actitud taimada
del embajador que habla de su servilismo al régimen. Deplorable el lumpen
de cuello blanco que guía al lumpen inconsciente que sostiene al 1%.
En México Peña tuvo que recurrir a sus “servidores” para amenazar a los
“invitados” al Zócalo si no acudían, el mismo que permaneció medio vacío.
Y al fin el señor Peña no pudo librarse de la valiente protesta de un
grupo de estudiantes, con las consecuencias ya bien conocidas del odio del
lumpen al servicio de los poderosos, que los maltrató y desapareció por
unas horas –al parecer- a algunos de ellos.
Un rendido sirviente del régimen peñista, Miguel Mancera, se hizo servir
a su vez por el lumpen perredista para llevar a cabo su informe mendaz y
deleitarse con los aplausos de otros sirvientes igual que él.
Como dijo Waters respecto a su próxima película
del concierto, Roger Waters The Wall, “espero que la gente lo tome como
una experiencia de unión. Si la gente ve esta película, lo que espero es
que se miren el uno al otro y se digan '¿Sabes qué? Somos una comunidad
y somos muchos: Hay un montón de nosotros.'”
Cuándo comenzaremos a mirarnos y decirnos: “somos
un montón” y ellos sólo unos cuantos, podemos derrotarlos. ¿Cuándo?