12/14/2023 10:46:00 a. m.

No soy obradorista

Por Jorge G.

Diciembre 11, 2023

Tengo que decirlo, no soy obradorista aunque lo fuí por más de 15 años. 
El día que salí, junto con cientos de miles, a protestar contra la embestida gubernamental y mediática contra un jefe de gobierno del D. F. no era todavía obradorista, o no lo sabía. Debo confesar que tenía mis dudas sobre el personaje pero la campaña para desaforarlo con argumentos increíbles me dijo que algo inédito estaba pasando y me coloqué al lado de la justicia. Tal vez, no sé, me volví obradorista cuando seguía por la radio la sesión en el Congreso de la Unión que daría trámite al desafuero de Andrés Manuel López Obrador. 

O me volví obradorista cuando, junto con otras y otros, montabamos vigilancia afuera de un edificio de departamentos de clase media en Copilco en espera de uno de esos actos de totalitarismo propios del viejo régimen. En alguna marcha, o manifestación ya contagiado del obradorismo alguien, no se quién ni cuando, grito "Es un honor estar con Obrador". Ahí me asumí plena y conscientemente como obradorista. Mucho habría que aprenderle a ese hombre que con su apellido materno nos daba identidad a los que no estábamos conformes y creímos que la lucha para cambiar al país entraba en una nueva fase. Ser obradorista significa, así lo creo, no sólo el apoyo a un hombre en su lucha contra la vieja política. Significaba compartir ideales y esperanzas, creer que su forma de gobernar el Distrito Federal podría ser benéfico si se implementa en todo el país. Significaba estar convencido, sin retórica y sin demagogia, que el Pueblo podía ejercer su soberanía y llegar al poder. Creer que era posible retomar el camino del Estado de bienestar y continuar la revolución interrumpida. Compartir un lema de campaña vuelto política de gobierno "Por el bien de todos, primero los pobres" Y siendo obradorista participe con millones en la elección federal vuelta insurreccion popular en 2018, llevamos a Palacio Nacional a Obrador. 

Es un honor llegar con Obrador. Pero sólo alguien con una conciencia tan grande como la Andrés Manuel alcanza a comprender que la 4ta transformación no puede estar sujeta al pensamiento de un solo hombre y que era necesario nombrar a esta etapa de la historia de nuestro país de una manera inequívoca cuyos ideales contenían lo mejor del zapatismo, del villismo, y del obradorismo. 

Es el humanismo mexicano, esta forma de pensamiento que hunde sus raíces en los más profundo de nuestra historia y se nutre de nuestras culturas ancestrales y nuestra herencia negra y europea. Es el humanismo mexicano el que dirigirá el camino del renacimiento del México y aportará, estoy seguro, importantes propuestas de solución a los problemas del mundo Ya no soy obradorista, sólo soy un simple, y limitado, practicante del humanismo mexicano. 

Sí, fuí Obradorista y siempre fue, y será, un honor estar con Obrador
12/06/2023 05:48:00 p. m.

De la derecha y su concepto de "popular"


Diciembre 6, 2023

 Por Jorge G y Hasardevi

"El gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo" 
Abraham Lincoln

La cuarta transformación trajo consigo cambios en la vida pública que nadie, ni siquiera quienes luchamos por ello, pudimos imaginar, la Revolución de las Conciencias involucró a sectores sociales, antes desinteresados en las cuestiones políticas y los llevó a participar en el debate sobre temas de interés público; paradojicamente, los profesionales de la política incapaces de entender a esos sectores, sólo atinan a trivilizar y vulgarizar sus discursos creyendo que "popular" significa vulgaridad y simpleza.

No es fenómeno nuevo la vulgarización de la política, ya lo hizo Fox en 2000 pero ahora en 2023 se ha llegado a niveles, o profundidades, insospechados y así, ante resbalones, incoherencias, victimización y mentiras en su pre campaña, la candidata de la reacción no encuentra nada más filosófico para responder que la sonora frase "la pendejie", cuando no una risilla simplona que acusa el vacío de ideas y contenido de su "propuesta", que nadie sabe a ciencia cierta cuál es porque lo mismo un día copia las de morena o hasta se las adjudica, que en el mismo día las ataca con fiereza. Carente de un proyecto en la "coalición" que la postuló, vía imposición del señor X González, y ante la vergüenza que le produce mencionar a los partidos políticos de esa coalición, desprestigiados de sobra, se inventa una candidatura "ciudadana" que se pretende "popular". Pero es incapaz de guardar el menor respeto a quien la escucha sosteniendo un discurso de cinco minutos sin recurrir a la ordinariez.

El malogrado candidato norteño de la reacción (ésta envuelta en naranja fosforecente, una reacción que se pretende "moderna" pero que arrastra el oscuro pasado de quien detenta la propiedad del mismo y que logró notoriedad y avance gracias a AMLO ya que se alió con los partidos que lo postularon a la jefatura de gobierno de la Ciudad de México en el 2000), el tiktokero cuya candidatura fue flor de un día, compite en vulgaridad y vacuidad con la señora incapaz de hilar un discurso sin majaderías y basta escucharlo vociferar en sus discursos posteriores a su forzado retorno a la gubernatura para darse cuenta que posee un léxico que ningún borracho de cantina envidiaría.

Uno de los objetivos del humanismo mexicano es la dignificación de la política y lograr que los que a ella se dedican entiendan que el poder tiene sentido cuando se pone al servicio del pueblo; la reacción en cambio, aquí también va en sentido contrario y se empeña en que el ejercicio político parezca cada día más un triste espectáculo decadente, una contienda de leperadas, infundios y mentiras aderezada de lo más soez en el insulto.

Los conservadores, la reacción que no tiene ideas ni propuestas, ni rumbo ni proyecto:  para diferenciarle ahora sólo hay que ver si portan zapatos para adolescentes o hupiles falsos.

En este escenario, cabría esperar que los aspirantes a cargos públicos simpatizantes del movimiento de regeneración nacional, no se confundan y crean que para lograr comunicarse con el pueblo necesitan recurrir al vocabulario propio del cine de ficheras, o de la televisión más chabacana, o pretender "llegar" a los jóvenes mediante recursos baratos que imitan poses de adolescentes.

La simulación y la falta de respeto hacia el pueblo ya no son recursos que éste tolere y no se dejará engañar con discursos populacheros. Toca a quienes se postulen por morena y/o la coalición que apoya al movimiento, poner el debate en un nivel que exalte los valores humanistas y conducirse con civilidad y firmeza, con honestidad personal y congruencia política.

Y es que, lo que está en juego, no es un concurso de "popularidad", simpatía u ocurrencias. No es algo que pueda plagiarse y luego ofrecer que se repone aduciendo "pendejez". Está en juego el destino de una nación que recién comenzó a vislumbrar la luz al final del tunel de corrupción y engaños, de saqueo y vejaciones, de simulación y trastocamiento del lenguaje político.

Un gobierno es popular cuando representa y actúa en favor de las mayorías. Cuando éste emana del pueblo, trabaja por el pueblo y sabe enteramente que se debe al pueblo, que es su empleado y dependiente y "manda obedeciendo".

Quien finge ser popular pero responde a los intereses de grupos, de la oligarquía y de los  intereses extranjeros, es todo lo contrario y representa a las dictaduras capitalistas actuales.