Por Jorge G.
Diciembre 11, 2023
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"¿Qué hace falta para que la
historia humana avance de la oscuridad a la luz, de la
desesperación a la esperanza,
del exterminio a la convivencia?
... Los movimientos lentos y profundos son los que moldean
la historia." D.I.
Por Jorge G.
Diciembre 11, 2023
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Diciembre 6, 2023
Por Jorge G y Hasardevi
"El gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo"
Abraham Lincoln
La cuarta transformación trajo consigo cambios en la vida pública que nadie, ni siquiera quienes luchamos por ello, pudimos imaginar, la Revolución de las Conciencias involucró a sectores sociales, antes desinteresados en las cuestiones políticas y los llevó a participar en el debate sobre temas de interés público; paradojicamente, los profesionales de la política incapaces de entender a esos sectores, sólo atinan a trivilizar y vulgarizar sus discursos creyendo que "popular" significa vulgaridad y simpleza.
Un gobierno es popular cuando representa y actúa en favor de las mayorías. Cuando éste emana del pueblo, trabaja por el pueblo y sabe enteramente que se debe al pueblo, que es su empleado y dependiente y "manda obedeciendo".
Quien finge ser popular pero responde a los intereses de grupos, de la oligarquía y de los intereses extranjeros, es todo lo contrario y representa a las dictaduras capitalistas actuales.
Por Hasardevi
Noviembre, 2023
"El día que la ciencia comience a estudiar los fenómenos no físicos, avanzará más en una década que en todos los siglos anteriores de su existencia".
Nikola Tesla
La filosofía es “una meditación sobre la muerte” decía Sócrates, por su parte Platón consideró que los verdaderos filósofos son los que se dedican a entender la muerte. Y más recientemente, en el siglo XIII el Buda Nichiren, fundador de la escuela de budismo seguida por miembros de la Soka Gakkai Internacional, nos advierte que "primero que nada, aprendamos sobre la muerte, y después sobre otras cosas”.
“La muerte pesa mucho sobre el corazón humano como un recordatorio ineludible de la naturaleza finita de nuestra existencia” dice el filósofo Budista Daisaku Ikeda, quien como humanista, busca ayudar a todas las personas a que comprendan y trasciendan los cuatro sufrimientos de los que habla el Budismo: el sufrimiento del nacimiento (y de la existencia cotidiana), el de la enfermedad, el del envejecimiento y, finalmente, el de la muerte.
Porque la muerte, indisolublemente ligada a la vida, es realmente, la otra cara de la misma moneda. O dicho más exactamente: otro aspecto de la propia vida.
En efecto, todo filósofo e incluso diría que todo científico que se precie de serlo, no puede ni debe evadir este tema fundamental para la humanidad, porque ahí yace, además, la ligereza con que se vive y el desprecio hacia la vida que parece haber ido incrementándose en todas sus manifestaciones y para muestra he ahí una Tierra que nos dice a gritos !ya basta! y nos pide en su lamento que reconsideremos la forma en que vivimos.
El filósofo budista Daisaku Ikeda alude al tema de la muerte como una cuestión que atañe tanto al filósofo como al científico y, sobre todo, al ser humano común al que afectan las decisiones que ignoran este tema fundamental:
La civilización moderna ha intentado ignorar la muerte. Hemos desviado nuestra mirada de esta preocupación tan fundamental mientras intentamos llevar la muerte a las sombras. Para muchas personas hoy en día, la muerte es la mera ausencia de vida; es vacuidad; es el vacío. La vida se identifica con todo lo bueno: con el ser, la racionalidad y la luz. Por el contrario, la muerte se percibe como algo malo, como la nada, algo oscuro e irracional. Sólo prevalece la percepción negativa de la muerte.
Humanistas como Elizabeth Kübler Ross, Arthur Schopenhauer, Karl Jung y muchos más, también han mostrado su interés por el tema de la muerte y han dejado interesantes reflexiones al respecto. Kübler Ross, psiquiatra suiza-estadounidense que dedicó gran parte de su vida profesional al estudio de la muerte creía que “La muerte es sólo un paso más hacia la forma de vida en otra frecuencia y el instante de la muerte es una experiencia única, bella, liberadora, que se vive sin temor y sin angustia”. También decía haciendo un símil con la vida que ya no vemos en forma manifiesta, que un barco no deja de existir aun cuando navegue en el océano más allá de los límites de nuestra vista; "la gente del barco no ha desaparecido; simplemente se están mudando a otra orilla".
Regreso de nuevo al humanista Ikeda:
Estamos empezando a comprender que la muerte es más que la ausencia de vida; que la muerte, junto con la vida activa, es necesaria para la formación de un todo más amplio y esencial. Este todo mayor refleja la continuidad más profunda de la vida y la muerte que experimentamos como individuos y expresamos como cultura. Un desafío central para el próximo siglo será establecer una cultura basada en una comprensión de la relación entre la vida y la muerte y de la eternidad esencial de la vida. Semejante actitud no reniega de la muerte, sino que la confronta directamente y la posiciona correctamente dentro del contexto más amplio de la vida.
El budismo habla de una naturaleza intrínseca (a veces traducida como "naturaleza del Dharma") que existe dentro de las profundidades de la realidad fenoménica. Esta naturaleza depende de las condiciones ambientales y responde a ellas, y alterna entre estados de emergencia y latencia. Todos los fenómenos, incluidos la vida y la muerte, pueden verse como elementos dentro del ciclo de emergencia y latencia, o manifestación y retirada.
Los ciclos de vida y muerte pueden compararse con los períodos alternos de sueño y vigilia. Así como el sueño nos prepara para la actividad del día siguiente, la muerte puede verse como un estado en el que descansamos y nos reponemos para una nueva vida. En este sentido, la muerte debe ser reconocida, junto con la vida, como una bendición que hay que apreciar. El Sutra del loto, núcleo del budismo mahayana, afirma que el propósito de la existencia, los ciclos eternos de vida y muerte, es que los seres vivos "disfruten a gusto". Enseña además que la fe y la práctica sostenidas nos permiten conocer un gozo profundo y duradero tanto en la muerte como en la vida, para igualmente "disfrutar de nuestra tranquilidad" en ambos. Nichiren describe el logro de este estado como "el mayor de todos los gozos".
El maestro Ikeda cree, con fundamento en el Budismo, que las guerras deben enseñarnos que la solución a éstas no estriba en la reforma de los factores externos, o al menos no sólo eso, sino que el verdadero cambio debe provenir desde dentro del ser humano, de su revolución humana, o toma de consciencia y, desde luego, inspirarse “en una nueva comprensión de la vida y la muerte”.
Un ejemplo del pensamiento de aquéllos que volcaron su mirada hacia el interior para encontrar ahí el sentido de la vida y de la muerte y que, al mismo tiempo, volcaron su vida y su esclarecimiento hacia los demás y, ya fuera que lo supieran o lo intuyeran, eran acordes con lo que ya antes en el Sutra del Loto el Buda Shakyamuni enseñó: que la vida es eterna y debe ser gozosa. Esto queda de manifiesto en el pensamiento de Carl Gustav Jung, quien consideraba a la muerte como una meta ya que, evitarla, "es evadir la vida y su propósito". Para Jung la vida es un "segmento de la existencia", pero iba más lejos al decir: "lo que sucede después de la muerte es tan indescriptiblemente glorioso que nuestra imaginación y nuestros sentimientos" no alcanzan para tener al menos una "concepción aproximada".
El filósofo alemán Schopenhauer decía que la muerte es el ingenio inspirador de la filosofía, y citando las escrituras indias afirmó: "Nacimiento y muerte pertenecen por igual a la vida, se contrapesan, forman los dos polos extremos de todas las manifestaciones de la vida.”
El sentido de la muerte se encuentra en la vida misma, decía Albert Camus, porque ser conscientes de la muerte es lo que da sentido a la existencia.
En una celebración, sin embargo, de la vida en su estado manifiesto, y un recordatorio de la inexpugnable muerte, considero muy oportunas las palabras del poeta Charles Bukowski:
“Vamos a morir todos, todos, ¡qué circo! Eso por sí solo debería hacer que nos amemos, pero no es así. Estamos aterrorizados y aplastados por las trivialidades, nos devora la nada”.
Nous avons toute la vie pour nous amuser
Nous avons toute la mort pour nous reposer
Nous avons toute la vie pour nous amuser
Nous avons toute la mort pour nous reposerGeorges Moustaki La philosophie
Por Jorge G.
Septiembre, 2023
Una de las expresiones de la naturaleza que más han cautivado a la humanidad es la capacidad de renacimiento del reino vegetal y no particularmente lo que se refiere las flores, preludio de la reproducción. Tan es así, que hemos creado un lenguaje florido para expresar emociones que no pueden ser contenidas por las palabras y con el auxilio de las flores logramos el énfasis necesario, lo mismo para enamorar que para desear buen camino a los que emprendieron la marcha hacia el más allá. "Cultivo una rosa blanca".
Pero las flores, como la humanidad, contienen la diversidad y a las flores bellas de agradable aroma hay que añadir otras cuya apariencia es extraña y el olor desagradable como por ejemplo la conocida como flor de la carroña.
Y el mundo indígena tampoco es la excepción, hay individuos indígenas perversos, que mienten, que comprometen el futuro de sus hermanos poniéndose al servicio del opresor. El ser indígena vive en el corazón y cuando ha sido ahogado por la ambición el portar un huipil no lo revive.
El arribo del humanismo Mexicano a la vida pública hizo caer muchas máscaras, y ejemplos hay muchos; pero otras nuevas son levantadas y en la desbocada y anticipada carrera sucesoria la mascarada no podía faltar. La señora Xóchitl Gálvez se ha puesto una máscara de indígena para ocultar el rostro que olvidó ser indígena para servir a la oligarquía.
Inicialmente este pensamiento se llamaría tlilxochitl, flor negra, pero en náhuatl, así es nombrada la vainilla: lejos estamos del pensamiento indígena que no asocia, superficialmente, a un color con la maldad. Creo, finalmente, que el título elegido va más acordé con la sujeto que motivó está reflexión: flor venenosa.
“Una obra que explora de manera brillante el deseo de libertad y la sutil distinción entre poder y sometimiento. El mejor libro de no ficción que leerás este año, pero no se lo digas a tu jefe.” The Globe and Mail
David Graeber llamó “Bullshit Jobs” (Trabajos de
Mierda) a los muchos trabajos inútiles que, según su propia investigación, existen, y consignó su esencia perniciosa en un extenso trabajo póstumo del
mismo nombre. “A todo aquel que preferiría estar haciendo algo útil”, dedica el
también activista social Graeber, su trabajo.
No son propiamente “inútiles” desde ciertos
puntos de vista, por eso creo que su designación como Bullshit Jobs sería lo
más cercano al sentido que el antropólogo norteamericano les confiere. Hace una
distinción clara entre un trabajo “basura” y uno de “mierda” al separar al
trabajo falto de sentido con el mal pagado y muy poco valorado; trabajos imprescindibles
como la recolección de basura y otros que aportan gran servicio a la comunidad,
no son, por ello, “bullshit jobs”.
Su libro partió de una pregunta hecha por
Graeber: ¿Su trabajo tiene algún sentido para la sociedad?
Hay millones de personas: consultores de recursos
humanos, coordinadores de comunicación, investigadores de telemarketing,
abogados corporativos, etc., cuyos trabajos no aportan nada y, lo peor, sobre
todo para ellos, lo saben y, no obstante, están atrapadas en tales trabajos de
mierda.
Resulta novedoso el planteamiento de Graeber, aunque ya Keynes
y Marcuse lo adelantaron. Muchas de las tareas que se realizan en una economía
de “esclavos asalariados” son una forma de empleo tan carente de sentido, tan
innecesaria o perniciosa, que ni el propio trabajador puede justificar su
existencia, pero se obliga a fingir que no es así porque admitirlo sería más
devastador. Además, necesita el dinero. Los beneficios de la
productividad de la automatización no han conducido a una semana laboral de 15
horas, como predijo el economista John M Keynes en 1930; por su
parte, en 1967 el sociólogo Herbert
Marcuse dijo en una conferencia en la Universidad Libre de
Berlín titulada El final de la utopía, que había llegado el
momento en el que era posible crear una sociedad libre ya que “el desarrollo de
las fuerzas productivas, el imparable avance de la automatización”, permitían
por primera vez erradicar el hambre y la miseria del mundo y acabarían con el
trabajo alienado para dar paso a uno creativo y gozoso, a “una convergencia de
trabajo y juego (ocio)”. Por cierto, una parte de esto se ha hecho
realidad y sí ha habido una multiplicación de las ganancias, pero… para el 1%
de la población mundial. Entre otras cosas también, la no reducción de la jornada
laboral se debe a que el neoliberalismo trajo consigo el consumismo y así mucha
gente, clase media, sobre todo, opta por trabajar aún más con el fin de satisfacer
su deseo de consumo.
Estos trabajos “de mierda”, al carecer de propósito se tornan
psicológicamente destructivos cuando la autoestima se liga a lo que “se hace” para
ganarse la vida, cuando la persona se define precisamente por su trabajo.
Graeber hace una clasificación de esos trabajos que él
considera “de mierda”, y llama a algunos, por ejemplo, trabajos chapuza, los
cuales realizan determinados empleados para mantener en funcionamiento máquinas
viejas y ahorrarle a la empresa la compra de nueva maquinaria. La empresa “da”
trabajos mal pagados, y mantiene el status quo al que alude Orwell: “Una población
que está ocupada trabajando, aunque sea en tareas totalmente inútiles, no tiene
tiempo para hacer mucho más.”
Graber Clasifica de manera general estos trabajos que llama “de
mierda”, así:
1.
Lacayos (flunkies), aquellos que sirven para que sus superiores se
sientan importantes, por ejemplo, recepcionistas, auxiliares administrativos o
porteros.
2.
Esbirros (goons), aquellos que actúan para engañar a otros a
nombre de su empleador, por ejemplo, grupos de presión, lobistas, abogados
corporativos, especialistas en relaciones públicas o community managers.
3.
Parcheadores (duct tapers), aquellos que solucionan temporalmente
problemas que podrían arreglarse permanentemente, por ejemplo, los
programadores que reparan código inflado (Code bloat) o el personal de
recepción de las aerolíneas que calma a los pasajeros cuyas maletas no llegan.
4.
Los marca-casillas (box tickers), aquellos que crean la
apariencia de que se está haciendo algo útil cuando no es así, por ejemplo, los
administradores de encuestas, los periodistas de revistas internas, los
responsables de cumplimiento de las empresas o los gestores de servicios de
calidad.
5.
Capataces o supervisores (taskmasters), aquellos que gestionan -o
crean trabajo extra- a quienes no lo necesitan, por ejemplo, los mandos
intermedios o los profesionales de dirección.
La lista no se agota aquí, y se pueden combinar
ciertas actividades inútiles de ciertos trabajos, o incluso el para “quién” se
trabaja. Pero incluso hay trabajos que, si bien reportan utilidad en cierta o
gran medida, han sido burocratizados y desnaturalizados de su propósito
principal: Graeber menciona por ejemplo a académicos y maestros a quienes se
pide realicen informes y papeleo absurdo.
El trabajo no es un valor en sí mismo, el valor se da en la
medida que contribuye al mejoramiento de todos. Pero nadie parece cuestionarse
esta situación: asumen la necesidad de trabajar más y se piensa que sólo eso da
sentido y dignifica la vida. Por eso se ve con desprecio a los desempleados, a los
que hacen trabajos basura, a los pobres y a quienes reciben ayudas públicas. “Ganarás
el pan con el sudor de tu frente”, reza la condena bíblica, y sin embargo,
Aristóteles decía que el trabajo no hace mejores a las persona, al contrario,
las envilece pues resta tiempo a sus obligaciones sociales y políticas. El
trabajo viene, dice Graeber, a glorificarse como la esencia de la vida después
de la revolución industrial, se le adjudica un valor en sí mismo y es “el único
productor real de valor”. No obstante, hoy los capitales del mundo hacen creer
que ellos son, y no los trabajadores, los generadores de riqueza. El trabajo como
fin en sí mismo, valorarse con base en lo mucho que se trabaja, y sufrir por y
en el trabajo, para “merecer” vivir.
La parte fundamental de la obra de Graeber, a
mi parecer, es su sentido ético-político. Las jornadas de trabajo pueden y
deben ser reducidas, los trabajos inútiles contribuyen en gran medida al
desperdicio de recursos e incluso avivan el problema de la contaminación
ambiental. El ser humano está capacitado para realizar tareas creativas y tiene
derecho al ocio; mantener a todo mundo sumergido en trabajos inútiles y sin
tiempo para explayarse, ensanchar sus horizontes personales, es la trampa
social que los políticos, empresarios y gobiernos abusivos utilizan para sojuzgar
al pueblo e impedir su despertar.
Puritanismo:
dícese del miedo obsesivo a que alguien, en alguna parte, pueda ser feliz. H. L. MENCKEN
(citado por Graeber en su libro).
Transcribo aquí, un párrafo de la obra póstuma
de Graeber que encontré particularmente interesante; es una obra extensa y en
todo caso, su lectura completa es muy
recomendable.
Si
retomamos la distinción entre «valor» y «valores» ofrecida en el capítulo
anterior, lo podríamos explicar de la siguiente manera: si solo pretendes
llegar a tener mucho dinero, es posible que haya alguna forma de lograrlo; pero
si tu objetivo es alcanzar algún otro tipo de valor —ya sea la verdad
(periodismo, ámbito académico), la cultura (arte, editoriales), la justicia
(activismo, derechos humanos), la caridad, etc.— y que además te paguen bien
por ello, a menos que tengas un mínimo de riqueza familiar, contactos sociales
o capital cultural ya te puedes ir olvidando del tema. La «élite liberal», por
tanto, está formada por quienes han conseguido atrincherarse en puestos en los
que es posible que les paguen por hacer algo que desean hacer por razones
distintas del propio dinero. Se considera que están intentando, y en muchos
casos logrando, convertirse en la nueva nobleza de Estados Unidos —igual que
hace la aristocracia de Hollywood: monopolizan el derecho hereditario a todos
estos trabajos que permiten vivir bien y además sentir que uno está sirviendo a
algún objetivo elevado—, es decir, sentirse como nobles.
Junio 20, 2019.
Por Jorge G.
En nuestro gobierno no se permite la violación de derechos humanos; la autoridad no es cómplice, encubridora y ejecutora de torturas y masacres.
Andrés Manuel López Obrador, Presidente de México.
...Esta operación de la malevolencia ramplona debe eliminarse porque no corresponde a libertad de expresión alguna, sino al afán de lograr lo imposible: con unas cuantas imágenes declarar a una persona un dictador en su país.
...Lo que sí existe es una prepotencia difamatoria que quiere enmascararse como libertad de expresión.Carlos Monsiváis
Hoy 11 AM no se te pase @DelCaosAlCosmos con @Hasardevi se escuchará por @radioamlo https://t.co/h1E130TyWk pic.twitter.com/ihYYNfxgVQ
— Jeremias (@Jeremias_RA) 9 de noviembre de 2017
9 años de @Hasardevi en @DelCaosAlCosmos La luz de la esperanza une consciencias para transformar la realidad en un Mundo Mejor. pic.twitter.com/4ZwiN3ci2R
— INVIERNO (@ART3DFRACTAL) 26 de octubre de 2017
@DelCaosAlCosmos es un programa de Radio en Internet por @Hasardevi que rompe muros de desinformación Social. Cumpliendo un Axioma de amor por el prójimo al InformaryTransformar a un México sometido a la Irracionalidad
— INVIERNO (@ART3DFRACTAL) 16 de noviembre de 2017
Podcast de @Hasardevi en:https://t.co/OkDPwMv5Y5 pic.twitter.com/uZCLBYLbxb
Es indispensable crear una nueva corriente de pensamiento que se sustente en la cultura, en la nobleza y en la generosidad de nuestro pueblo, y que introduzca y refuerce en la sociedad elementos como la tolerancia y el respeto a la diversidad. Tenemos que enaltecer la honestidad y la congruencia en el quehacer público.
“El poeta Kavafis escribió que Itaca no existe, lo que existe es el viaje hacia Itaca. Lo mismo se podría decir del socialismo. Y también se podría decir que a pesar de los naufragios, el viaje vale la pena”.
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