Las delegaciones del la Izquierda Europea han participado en la manifestación “System change, not climate change” (Cambiar el sistema, no el clima) que ha reunido 100.000 personas el 12 de diciembre de 2009 en Copenhague, para presionar a los jefes de Estado. Esta manifestación expresa la exigencia popular de un buen acuerdo. Muestra el poderoso aumento de la idea de que la justicia climática pasará necesariamente por más justicia social y por tener en cuenta el punto de vista de los países del Sur que son las primeras víctimas del calentamiento del clima.
Al mismo tiempo, los textos actuales en discusión en el seno del la COP 15 (conferencia de jefes de Estado) son de un tibieza extrema : ningún compromiso financiero o sumas irrisorias, ningún acuerdo sobre la limitación del calentamiento en 1,5º como proponen los pequeños países insulares apoyados por un centenar de países en desarrollo, ningún acuerdo que obligue jurídicamente, riesgo de que los EE.UU. se aparten del resto del mundo. Los países del Sur rechazan ya todo acuerdo sobre la base de los documentos actuales.
Por tanto, el riesgo de que la cumbre acabe con una simple declaración política que sea sólo un catálogo de buenas intenciones y no un acuerdo ambicioso y vinculante es grande.
Para las delegaciones de la Izquierda Europea presentes en Copenhague, un buen acuerdo deberá incluir a todos los países, con cifras y jurídicamente vinculante. Recordamos que nuestra demanda es la reducción del 40 % de las emisiones de CO2 (en relación a 1990) de aquí al 2020 en los países desarrollados y nos oponemos a la mercantilización del derecho a contaminar. Estamos por un apoyo financiero y tecnológico a los países en vías de desarrollo que podría ser gestionado por la ONU. Para financiar estas medidas transformadoras, proponemos la reducción de los gastos militares y una tasación de las transacciones financieras.
Estamos comprometidos con dos principios fundamentales : el de la responsabilidad común pero diferenciada que insiste en la responsabilidad histórica de las naciones industrializados y el derecho de los países pobres a desarrollarse aunque teniendo en cuenta la urgencia climática actual, y el derecho a la energía limpia para todas y todos (en el marco de un desarrollo sostenible y solidario)
Por eso, especialmente a nivel europeo, estamos por un sector energético público fuerte, el desarrollo de transportes colectivos y comerciales por ferrocarril así como el aislamiento térmico masivo de los edificios. Estas transformaciones no podrán ser conseguidas sin una presión popular sobre las instituciones europeas y el cuestionamiento de una serie de reglas impuestas por el Tratado de Lisboa.
Para afrontar este desafío en el que nos encontramos e iniciar una alternativa realmente ecológica, hay que sustraer, por lo menos, los bienes comunes de la humanidad del capitalismo.
13 de diciembre de 2009
Delegaciones de la Izquierda Europea presentes en Copenhague
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