9/26/2017 04:24:00 p. m.
Aún es tiempo
Hoy en la mañana, después de los sismos sabatinos, un brillante funcionario federal declaraba en la radio " No se reportan daños mayores, pueden volver a sus actividades normales". Quién, en su sano juicio, puede creer que alguien está haciendo una vida normal ?
No en el centro sur del país, no después de 3 sismos matutinos posteriores al sismo del 19 de septiembre posterior al sismo del 7 de septiembre posterior a los huracanes. No es posible hacer una "vida normal", aun sin encontrarse en una "una cero"; no seria normal hacer una vida normal olvidando a los niños del Rebsamen, a las obreras textiles, a Juchitan y Jojutla ahora cuasi pueblos fantasma, y a la Roma y a otros tantos nombres de pueblos y hombres que hasta hace poco desconociamos.
Quién puede hacer una vida normal pensando en los que permanecen, vivos o muertos no importa, bajos los escombros y pensando en que sobre los escombros otros se desgarran las manos esperando ver brotar la esperanza.
Y quién quiere vivir vida normal cuando la normalidad significa saber que en las ciudades país se arrojan cadáveres; que una mujer joven está condenada a la muerte sólo por tomar un taxi; que hay 70 millones de pobres y que no sabemos todavía dónde están los 43 ni dónde están 23000 que han desaparecido.
Una imagen, de tantas, quedará en la memoria colectiva: un puño en alto; que siga así, que sea muchos y que sea el simbolo de la liberación. Aún es tiempo.
No en el centro sur del país, no después de 3 sismos matutinos posteriores al sismo del 19 de septiembre posterior al sismo del 7 de septiembre posterior a los huracanes. No es posible hacer una "vida normal", aun sin encontrarse en una "una cero"; no seria normal hacer una vida normal olvidando a los niños del Rebsamen, a las obreras textiles, a Juchitan y Jojutla ahora cuasi pueblos fantasma, y a la Roma y a otros tantos nombres de pueblos y hombres que hasta hace poco desconociamos.
Quién puede hacer una vida normal pensando en los que permanecen, vivos o muertos no importa, bajos los escombros y pensando en que sobre los escombros otros se desgarran las manos esperando ver brotar la esperanza.
Y quién quiere vivir vida normal cuando la normalidad significa saber que en las ciudades país se arrojan cadáveres; que una mujer joven está condenada a la muerte sólo por tomar un taxi; que hay 70 millones de pobres y que no sabemos todavía dónde están los 43 ni dónde están 23000 que han desaparecido.
Una imagen, de tantas, quedará en la memoria colectiva: un puño en alto; que siga así, que sea muchos y que sea el simbolo de la liberación. Aún es tiempo.
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