Por Jorge G.
Octubre 25, 2024
La formación política impulsada a través de la revolución de las conciencias estaba destinada a provocar, más temprano que tarde, que el pueblo tomara en sus manos las decisiones sobre las políticas públicas de los gobiernos.
En 2018 vimos, contra todo pronóstico, como la irrupción ciudadana en las urnas venció a la oligarquía y ganó la titularidad del poder político de mayor relevancia en nuestros país, la Presidencia de la República.
El primer sexenio del gobierno de la cuarta transformación fue, mañana a mañana, una escuela de civismo, historia y política y para las elecciones de 2024 el Pueblo logró algo que el entramado institucional hacia prácticamente imposible: obtuvo la mayoría Calificada en el Congreso de la Unión para avanzar en las reformas constitucionales necesarias para la consolidación de la 4ta República.
Fue también en 2024 cuando los mexicanos elegimos a la primer presidenta de la República pero más allá de la condición de género, hecho por sí mismo histórico, elegimos la continuidad de un régimen humanista que trabaja por el bienestar de todos los ciudadanos. Contrario a lo que ha sucedido con otros gobiernos progresistas de la región, logramos una continuidad asegurada sin mayores conflictos internos.
Pero el viejo régimen no está del todo liquidado, vive agazapado en las entrañas del Poder Judicial, para nadie era un secreto la corrupción existente en ese poder pero el nivel de putrefacción alcanza niveles inimaginables.
La reforma al poder judicial evidenció el carácter antidemocrático y corrupto de las personas enquistadas en el organismo responsable de la impartición de justicia. La reacción nos ha llevado a enfrentar una de las etapas más peligrosas del golpe blando, el lawfare está en marcha y una jueza intrascendente amenaza con iniciar proceso legal contra la PresidentA.
Sólo el pueblo puede salvar al pueblo, aprendimos.
Parece que ha llegado la hora de salir a las calles a defender nuestra Constitución y en particular el art. 39 que reconoce la Soberanía Popular y el derecho del Pueblo de darse el gobierno que mejor convenga a su bienestar.
El pueblo saldrá a las calles, es de esperar que lo haga acompañado del brazo político del movimiento de regeneración. No habrá poder alguno, ni interno ni externo, que detenga la marcha hacia el futuro de bienestar.
El humanismo mexicano ni se cansa ni se rinde.
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