TEGUCIGALPA (Reuters) - La policía de Honduras detuvo el miércoles a una decena de seguidores del depuesto presidente Manuel Zelaya que ocupaban una oficina pública, mientras crecía la presión para que el Gobierno de facto derogue la suspensión de las libertades civiles.
El decreto de excepción recibió una lluvia de rechazos a nivel internacional y hasta fue criticado por sectores locales que apoyaron el golpe de Estado, lo que llevó al presidente de facto, Roberto Micheletti, a afirmar que estudiaba levantar la suspensión instaurada por 45 días de la libertad de prensa, circulación y asociación.
"Estoy solicitando a la Corte Suprema la posibilidad de sentarme con ellos (...) para que me expliquen, para que me oriente, para que ayude a ver lo del decreto", dijo Micheletti a periodistas.
Apoyados en el decreto, decenas de policías allanaron en la mañana del miércoles el Instituto Nacional Agrario, desalojaron a medio centenar de campesinos que estaba allí desde el golpe militar del 28 de junio que derrocó a Zelaya. La policía detuvo a una decena de campesinos, según un testigo de Reuters.
"Esta acción es parte de lo que es el decreto, desalojar las instituciones tomadas. Esto es la primera, estamos viendo si hay más instituciones tomadas", dijo a periodistas el comisario Orlín Cerrato, portavoz de la policía.
Policías y militares también disolvieron el miércoles con gases lacrimógenos una pequeña manifestación frente al Palacio Presidencial de empleados de Radio Globo, una emisora leal a Zelaya clausurada el lunes.
"Es imperativo que las autoridades de facto reestablezcan por completo e inmediatamente todos los derechos civiles y constitucionales a los hondureños", dijo Dan Restrepo, asistente especial del presidente estadounidense Barack Obama para Latinoamérica, en una conferencia en Miami.
Zelaya fue depuesto a punta de rifle y expulsado del país a fines de junio, pero la semana pasada volvió clandestinamente a Honduras desafiando una orden de arresto.
El 21 de septiembre burló los controles policiales y se metió en la embajada de Brasil en Tegucigalpa, en donde está refugiado desde entonces junto con unos 50 simpatizantes.
Pese a los incidentes, un enviado de la Organización de Estados Americanos (OEA) dijo a periodistas que Zelaya y Micheletti podrían entablar el diálogo cuando una misión de cancilleres del grupo aterrice en Tegucigalpa el 7 de octubre.
"He encontrado muy buena voluntad en ambas partes para sentarse a ese diálogo", dijo John Biehl, asesor del secretario general de la OEA, José Miguel Insulza.
SOLO ESPECULACIONES
Las medidas de excepción han permitido al Gobierno de facto neutralizar a los manifestantes de Zelaya y abortar protestas como las que dejaron la semana pasada un manifestante muerto.
El decreto de Micheletti, una suerte de estado de sitio, ha sido rechazado por la comunidad internacional y hasta por algunos sectores que apoyaron el golpe de Estado contra Zelaya.
Dentro de la embajada sitiada por policías y soldados fuertemente armados, Zelaya celebró temprano el cumpleaños de su esposa Xiomara Castro y escuchó por teléfono el primer llanto de un nieto recién nacido, una noticia que le dio ánimo después de nueve días de encierro.
Mientras, el tiempo del ultimátum del Gobierno de facto a Brasil seguía corriendo. Las autoridades interinas dieron el sábado al país sudamericano 10 días para que entregue a Zelaya o le dé asilo político y lo saque de Honduras, agudizando la peor crisis política en América Central en décadas.
El secretario general de Naciones Unidas, Ban Ki-Moon, expresó el martes preocupación por la situación en Honduras.
Zelaya y Micheletti coquetearon la semana pasada con el diálogo, pero la situación se estrelló contra el obstáculo insuperable de restituir al presidente derrocado, algo que reclama toda la comunidad internacional desde hace tres meses.
Micheletti se niega a restituir a Zelaya y busca arrestarlo por supuestamente violar la Constitución al intentar realizar una consulta popular que abriera paso a la reelección presidencial, una medida que según sus detractores estaba influenciada por el mandatario venezolano, Hugo Chávez.
"Creo que las partes todavía no están preparadas del todo para un encuentro, pero creo que sí hay muchos acercamientos de diálogo (...), creo que un punto de acuerdo sigue siendo San José", dijo al Canal 5 el obispo auxiliar de Tegucigalpa, Juan José Pineda, que se había reunido la semana pasada con Micheletti y Zelaya.
El Gobierno de facto apuesta a que las elecciones presidenciales del 29 de noviembre le permitan pasar la página de la crisis. Pero, Estados Unidos y el resto del mundo han advertido que, tal como están las cosas, no las reconocerán.
(Reporte adicional de Edgard Garrido y Henry Romero en Tegucigalpa, y de Pascal Fletcher en Miami. Editado por Pablo Garibian y Silene Ramírez)
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