9/26/2009 01:12:00 p. m.

Las aseguradoras gastan un millón de euros al día, para hacer fracasar la reforma de Obama

l'Humanité 25 septembre 09

Protesta contra la reforma sanitaria

En Estados Unidos, el sector privado quiere impedir a toda costa que se les escape este maná. Detrás de las espectaculares manifestaciones callejeras contra la reforma sanitaria – la semana pasada decenas miles desfilaban en Washington acusando a Obama de conducir al país al socialismo- se encuentra otra oposición, menos espectacular, pero muy poderosa : la de las compañías de seguros y los laboratorios farmacéuticos. “Para ellos, es enorme lo que está en juego y están dispuestos a gastar mucho dinero para defender su parte del pastel”, subraya Catherine Sauviat, economista del Instituto de Investigaciones económicas y sociales (IRES). ¡Y qué tajada ! Cerca del 70% de los norteamericanos que tienen cobertura sanitaria están asegurados por medio de seguros privados y el mercado de la sanidad representa uno sexto del PIB norteamericano. “La industria de los seguros de salud ha visto aumentar la participación de sus primas en el PIB del 1,5 % en 1979 al 5,5 % en 2007”, señala el premio Nobel de economía Paul Krugman en un artículo en el “New York Times”.


Consecuencia : “un actor menor se ha convertido en un monstruo político que gasta 1,4 millones de dólares – 1 millón de euros- cada día para hacer presiones ante el Congreso.” Más allá de la misma reforma, los protagonistas de la sanidad -industrias farmacéuticas y aseguradoras a la cabeza- son los principales donantes de los representantes del Congreso. Su influencia en el proyecto de reforma es por tanto mayor.


“Si aceptan algunos puntos de la reforma, es sólo con importantes contrapartidas, subraya Catherine Sauviat. De manera que si han aceptado terminar con la selección de riesgos, es únicamente porque el paso a la obligatoriedad del seguro les va a reportar decenas de millones de nuevos clientes.” La industria de los seguros también se ha opuesto ferozmente a la instauración de una sanidad pública que podría competir con ella. Con éxito, sin duda, ya que el comité de finanzas del Senado, cuyo papel será decisivo en la redacción del proyecto final, se ha declarado en contra.


Estos “compromisos” arrancados desde el lanzamiento de la reforma la han vaciado en gran medida de las posibilidades de progreso que habría podido aportar. “La reforma tenía dos objetivos, recuerda Catherine Sauviat. La instauración de una cobertura universal que debería desembocar en el establecimiento de un sistema sino obligatorio, con muchos alicientes y la reducción de costes que se aleja. Mientras no se toque la parte del pastel de las aseguradoras privadas será muy difícil establecer políticas de reducción de costes.” Con estos planteamientos, la reforma no cuestionará su coto cerrado de negocios.

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