La crisis económica en Rusia alcanza cada vez más amplitud y ningún verdadero plan de envergadura ha sido tomado por el poder. En mayo la producción industrial cayó un 17%, en relación al mismo periodo del año anterior. A pesar de la recuperación del precio del petróleo, Rusia, primer exportador mundial del hidrocarburo, conoce un retroceso de sus exportaciones debidas al descenso de demanda europeo. Lo que acentúa la recesión. Otros elementos, como la fuga de capitales, la disminución de las inversiones, la caída de las ventas al por menor, aceleran la degradación.
El paro afecta a cerca del 12% de la población activa, y si la situación no evoluciona favorablemente, Rusia podría contar con un 17,4 % de pobres, es decir, a finales de año un aumento de 7,45 millones en relación a previsiones anteriores a la crisis. En un reciente informe, el Banco Mundial advierte además a Rusia contra “los efectos negativos de la recesión sobre las capas sociales más desfavorecidas” y sobre una clase media todavía frágil. “No obstante, Rusia, gracias a las importantes reservas financieras obtenidas en años anteriores, todavía tiene margen de maniobra, pero mínimo”, juzga Thomas Gomart especialista en Rusia del IFRI (Instituto francés de relaciones internacionales)
Su principal problema viene de la falta de diversificación de sus recursos económicos. En lo que afecta el sistema bancario, el gobierno acaba de anunciar un nuevo plan de salvamento masivo de los bancos, debilitados por la falta de pago.
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