América Latina tiene una larga tradición de acogida a políticos en problemas, algunos escapando de regímenes autoritarios. Lo insólito del caso de Honduras es que esta vez, el presidente depuesto Zelaya -alojado en la embajada brasileña en Tegucigalpa- no buscaba salir del país sino volver.
¿Cuánto se puede alargar la estadía de Zelaya y sus seguidores en la sede diplomática de Brasil? A juzgar por lo complejo de la crisis, no es fácil aventurar una respuesta.
Tampoco si se tienen en cuenta los antecedentes de situaciones similares, en las que presidentes o políticos influyentes latinoamericanos buscaron refugio temporal en embajadas en las que luego acabaron viviendo durante años.
Uno de los casos emblemáticos fue el del político socialdemócrata peruano Víctor Raúl Haya de la Torre, fundador del partido Alianza Popular Revolucionaria Americana (APRA), quien se refugió en la embajada colombiana en Lima en 1949.
Perseguido por la dictadura de Manuel Odría, la reclusión diplomática de Haya de la Torre duró cinco años.
El tribunal de La Haya reconoció en 1950 el derecho de Colombia a otorgar asilo en su embajada sin la aceptación peruana, algo que más tarde dio lugar al Tratado de Caracas de 1954 y su Convención sobre asilo diplomático, que permitía a los estados receptores de refugiados calificarlos como perseguidos políticos.
Las estadías más largas
Las vicisitudes políticas de la región hicieron el resto: mientras se sucedían regímenes autoritarios y de excepción en algunos países, en otros se concedía asilo y viceversa.
El cubano Manuel Urrutia, primer presidente designado por la revolución tras la caída de Fulgencio Batista, quien a partir de su destitución en 1959 pasó dos años entre las embajadas de Venezuela y México en la Habana hasta que pudo salir de Cuba.
Casi cuatro años, otra larga estadía, fueron los que pasó el ex presidente argentino Héctor Cámpora en la sede de la representación diplomática mexicana en Buenos Aires.
El político que facilitó el regreso de Juan Domingo Perón a la Argentina para su tercera presidencia fue acogido en la embajada de México días después del golpe militar de 1976, lugar que sólo pudo abandonar con destino al país que le dio asilo en 1980.
Más cerca en el tiempo, y durante un lapso más corto, se ubica el paso por la embajada brasileña en Quito del ex presidente Lucio Gutiérrez -destituido en 2005- que estuvo 7 horas en la base diplomática hasta que Brasil envió un avión a recogerlo.
El asedio de Guns N'Roses
Manuel Zelaya denuncia hostigamiento con gases tóxicos y acoso psicológico, y su asesor médico, Marco Antonio Rosas, le dijo a la BBC que unas 25 ó 30 personas que están en la embajada brasileña presentan síntomas que indican "algún grado de intoxicación".
Aunque los militares que rodean la sede niegan estas denuncias, los ecos del acoso remiten a otro caso singular.
En diciembre de 1989 Estados Unidos invadió Panamá, y el presidente Manuel Antonio Noriega se refugió en la sede de la Nunciatura Apostólica de la capital panameña hasta que se entregó a las tropas estadounidenses el 3 de enero de 1990.
Durante ese tiempo, los soldados que rodeaban la embajada hicieron sonar a todo volumen música rock, y la primera canción fue Welcome to the jungle, del grupo Guns N' Roses.
Muchos pensaron que la música estaba destinada a molestar a Noriega, cuya aversión al rock era popularmente conocida.
Otros casos en el mundo
La inviolabilidad del territorio diplomático también ha dado lugar a que muchas personalidades de la política mundiales buscaran protección entre sus paredes soberanas. Les presentamos algunos de los casos más notables:
- Hungría: el cardenal Jozsef Mindszenty vivió 15 años en la embajada de EE.UU en Budapest, tras la revolución de 1956.
- China:el físico disidente Fang Lizhi se refugió en 1989 en la sede estadounidense en Pekín, de la que consiguió salir un año más tarde.
- Líbano: el general cristiano Michel Aun se alojó durante 10 meses en 1990 en la embajada de Francia en Beirut, y luego fue obligado a exiliarse.
- Afganistán: el presidente Mohamed Najibulá halló refugio en el local de Naciones Unidas en Kabul en 1992, donde pasó cuatro años hasta que los talibanes lo secuestraron y ahorcaron.
- Guinea Bissau: el presidente Joao Bernardo Vieira, derrocado por una junta militar, encontró amparo en la sede diplomática de Portugal en Bissau, y pudo salir del país al cabo de un mes.
- Zimbabue: Morgan Tsvangirai, primer ministro en la actualidad, se alojó durante una semana en la embajada de Holanda en Harare en 2008, cuando era el jefe de la oposición.
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