"La misión de la OEA está convencida de que el diálogo iniciado con participación directa de las partes puede conducir a la superación del conflicto", subrayó un comunicado leído por el canciller de Costa Rica, Bruno Stagno.
La negociación está siempre estancada en el punto central, la restitución de Zelaya en el poder, que exige el mandatario depuesto con el respaldo de la comunidad internacional, pero rechaza el gobernante de facto, Roberto Micheletti, apoyado por el poderoso sector empresarial y los militares del país.
Pese al endurecimiento de posiciones, tres representantes de ambas partes continuarán una nueva sesión de conversaciones sobre posibles cambios al Acuerdo de San José, plan del presidente costarricense Oscar Arias que establece la restitución de Zelaya y propone una amnistía y un gobierno de unidad.
Aunque el secretario general de la Organización de Estados Americanos (OEA), José Miguel Insulza, y una decena de cancilleres y vicecancilleres dejaron Tegucigalpa, Stagno y otros altos funcionarios permanecen supervisando los debates.
A fin de hacer avanzar el diálogo, los cancilleres pidieron al régimen de facto poner en vigor la derogatoria del decreto que suspendió las libertades civiles hace 12 días, y condiciones dignas para Zelaya, quien se refugia en la embajada de Brasil desde que entró en secreto a Honduras, el 21 de setiembre.
El diálogo se complicó luego de que Micheletti advirtió el miércoles a la misión de la OEA que para dejar el poder exige que Zelaya "se haga a un lado" y que sólo una "invasión" detendría las elecciones del 29 de noviembre, aún si no son reconocidas por la comunidad internacional.
"Está actuando como si viviera en otro mundo, como si Honduras fuera una gran potencia, no le importa la comunidad internacional, no le importa el pueblo, está llevando al país a un abismo", reaccionó Zelaya.
El derrocado presidente insistió en que para "traer la paz al país" es indispensable firmar el Acuerdo de San José y fijó como fecha para hacerla efectiva el 15 de octubre a fin de disponer de mes y medio en la organización de los comicios.
"Tenemos optimismo, pero ahora es moderado. Hay un atrincheramiento de posiciones. Aún con la dureza de Micheletti, seguimos creyendo que el diálogo es la solución. La reunión con él nos dio un toque de realismo sobre el proceso", declaró a la AFP el canciller de El Salvador, Hugo Martínez, antes de partir.
En Washington el portavoz del Departamento de Estado norteamericano, Ian Kelly, destacó como "importante" que "hubo un tono positivo" en las reuniones, "por primera vez bajo la mediación de los cancilleres de la OEA entre ambas partes".
Micheletti, quien recibió en los últimos días a una decena de congresistas estadounidenses, subraya éxitos en el plano internacional en torno a un relajamiento de las presiones en lo referido al reconocimiento de las elecciones.
Medios de comunicación -casi todos afines al régimen de facto tras ser cerrados una radio y un canal de televisión seguidores de Zelaya-, empresarios y políticos, reflejaban un aire de triunfalismo frente a las "imposiciones" de la OEA y la comunidad internacional, recuperando el tono desafiante.
Un editorial de New York Times aseguró que la campaña de cabildeo lanzada por el gobierno de facto y sus aliados logran ejercer cierta influencia sobre Washington.
Según documentos oficiales ante el Departamento de Justicia consultados por la AFP, el régimen de facto hondureño contrató una firma de cabildeo en Estados Unidos, por un monto de 292.000 dólares.
Pero en las calles de Tegucigalpa continúa la presión de los zelayistas. Burlando los controles, cientos se manifestaron frente al hotel sede del diálogo, lanzando consignas como "Queremos a Mel Zelaya", "No a la dictadura", frente al nutrido cordón de militares y antimotines.
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