TEGUCIGALPA — El presidente depuesto de Honduras, Manuel Zelaya, pidió el viernes a la comunidad internacional medidas económicas y comerciales "más fuertes" contra el gobierno de facto que encabeza Roberto Micheletti para terminar con el régimen golpista "en horas".
"Las medidas todavía no son suficientes para combatir a un régimen que procura sostenerse por las armas y la fuerza", dijo Zelaya en una entrevista con la AFP, después de que una misión de la OEA abandonara el jueves Tegucigalpa con las manos vacías, aunque prosigue el diálogo.
Según Zelaya, si el "conjunto de las naciones", tanto de la Organización de Estados Americanos (OEA) como de Naciones Unidas y los "países vecinos", adoptaran "medidas económicas y comerciales más fuertes, revertirían el golpe en horas".
Tras reconocer que la comunidad internacional ha estado más "beligerante que nunca en la historia" para restaurar la democracia en Honduras tras el golpe de Estado del 28 de junio, ahora le recuerda que la "bola está en su tejado". "Tengo confianza en que Estados Unidos y la comunidad internacional no van a dejar perder su prestigio por un aprendiz de tirano", dijo, antes de señalar que "si no van a revertir este golpe hubiera sido mejor que guardaran silencio y no se pronunciaran".
"La debilidad de los (organismos) multilaterales está siendo cuestionada y desafiada por el régimen de facto", afirmó, tras recordar que él regresó al país para "producir un espacio de diálogo" a fin de solucionar la crisis.
Refugiado en la embajada de Brasil desde que entró inesperadamente en Honduras, el pasado 21 de septiembre, dijo estar dispuesto a sentarse "cara a cara" con Micheletti "cuando él decida" para buscar un acuerdo.
Hasta ahora, sólo ha recibido a un emisario del presidente de facto en dos ocasiones que le ha hecho propuestas "indecorosas e inaceptables" como una retirada de ambos y nombrar a una tercera persona para resolver la crisis. "Eso es otro golpe de Estado, no puedo aceptar esas condiciones", dijo, antes de agregar que es necesario "revertir primero el golpe de Estado para legitimar las elecciones" del 29 de noviembre.
Zelaya ha dado de plazo hasta el 15 de octubre para ser restituido en el poder, y pese al "hostigamiento" al que le ha sometido el régimen de facto, confesó que "no ha considerado en ningún momento" arrojar la toalla y pedir asilo político. "Estoy asediado, no lo niego, es difícil, hay tensión, pero tengo el espíritu fuerte, es la fortaleza espiritual lo que me mantiene", dijo tras denunciar el intermitente "bombardeo electrónico con microondas" al que les ha sometido el régimen y que produce "dolor de cabeza y desestabilización orgánica".
También denunció la interceptación de las comunicaciones y la instalación el jueves de una grúa desde donde francotiradores observan el movimiento dentro de la embajada, dijo.
"Siento que desde que se han ido los ministros de Exteriores (de la OEA) nos han reprimido más, están más en contra nuestra", añadió el presidente depuesto, quien está acompañado por su esposa, Xiomara Castro, y por tres asesores, así como medio centenar de seguidores y un grupo de periodistas.
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